Peter entró en su despacho cabizbajo sin articular palabra alguna al resto del equipo que lo miraban incapaces de adivinar el motivo de su rostro. Una vez dentro y sentado en su silla, no dejaba de dar vueltas a su inseparable boli mientras seguía leyendo la última página del libro que estaba escribiendo.
A media mañana entró Clark, su editor y mecenas, con cara de pocos amigos. Avanzó hacia el despacho de Peter soltando improperios a diestro y siniestro, lo que hizo que todos agachasen la cabeza ya que tenía un temperamento muy fuerte.
– Peter, ¿qué haces ahí parado?
– Hola Clark, hoy no es el día ¿vale?
– No me toques los cojones Peter, llevas dos semanas de retraso, necesito algo nuevo o nos cortaran el grifo.
– No me sale nada amigo.
– La entrega es dentro de un mes y nos queda mucho trabajo, dame un par de capítulos aunque sea.
– No tengo nada, necesito desaparecer unos días para pensar.
– ¿Para pensar? ¿Pero en qué? ¿En el libro? Peter no me jodas. Todos tenemos días malos pero ahora no, necesitamos este libro y lo sabes.
– Lo que menos me preocupa ahora es esta mierda de libro.
– ¿Qué te pasa Peter?, no me asustes.
– Stacy me ha dejado, dice que está con otro. –fue lo último que dijo al salir por la puerta.
Enseguida, Clark fue en su busca para hacerle entrar en razón pero no pudo hacerlo, su coche salió pitando del garaje. Probó entonces con el móvil pero tampoco lo consiguió. Lo había apagado, ahora sí que estaba preocupado. El tiempo se agotaba y no tenía medio alguno de poder localizarlo.
Peter estuvo conduciendo sin rumbo fijo y solo cuando el coche se quedó sin gasolina, se detuvo. Permaneció en su interior hasta que se hizo de noche, entonces salió con la mirada perdida y contempló en la más triste soledad la belleza que se presentaba ante él.
Camino despacio por aquel lago pensativo con la cara desencajada. Quería encender el móvil y llamar a Stacy pero eso implicaría que Clark también supiera dónde estaba y seguramente se presentaría allí para seguir taladrándole la cabeza con el libro. Así que guardó el teléfono en su bolsillo y sentándose en una roca se quedó contemplando el paisaje.
A las 3 de la mañana, el ruido del lago le hizo despertar y nervioso empezó a mirar en todas las direcciones. No estaba solo, al parecer alguien vigilaba sus pasos. Acto seguido cogió un palo a modo de protección y fue moviendo cada hoja del camino hasta cerciorarse de que nadie había cerca. De improviso, algo se abalanzó sobre él. Una chica de tez morena y pelo largo le inmovilizó los brazos tirándole al suelo avasallándolo a preguntas.
– ¿Quién eres? ¿Qué haces en mis dominios? Sal o lo lamentarás.
– Soy Peter, no sé dónde estoy, vengo huyendo se podría decir.
–¿Huyendo? ¿De quién?
– De todo el mundo, necesitaba pensar.
– Aquí lo harás bien, el aire puro y sereno del lago te ayudará a verlo todo con claridad.
Dicho esto y como por arte de magia, la chica desapareció dejando a Peter solo y confundido. Tras una búsqueda infructuosa, siguió caminando sin saber hacia dónde. "Olvida, piensa, renace" Peter creía oír susurrar a los árboles. De sopetón otra vez apareció la chica frente a él.
– ¿Mejor? ¿Dónde te habías metido? Creía que te habías perdido.
– Pero si fuiste tú la que desapareciste.
– Imposible, siempre he estado a tu lado.
– ¿Me estás tomando por loco? Me giré y ya no estabas.
– Al revés, tú te fuiste. No me moví en ningún momento. Siempre cerca de ti.
– Si tú lo dices. –dijo Peter para darle la razón.
– ¿Qué eres y por qué huyes?
– Soy escritor y necesitaba pensar con tranquilidad.
– ¿En qué? ¿Por qué?
– Necesitaba desconectar de todos, estaba seco de ideas y cansado.
– ¿Cansado? Si eres un hombre exitoso y lleno de gente que te aprecia.
– Eso es cierto, aunque igual también es la causa. Mucha presión por su parte. Escribe, haz esto, haz lo otro… todo deprisa y corriendo.
– ¿No es lo que siempre has querido?
– Sí, pero ya no fluye todo como antes.
– ¿Seguro que es por eso? ¿No hay más? ¿Una llama que se apaga?
– ¿Lo dices por Stacy? Todo influye claro. Es, fue…
Peter se quedó con la palabra en la boca al ver que de nuevo ella desapareció.
– ¿Es una broma, no? ¿Ahora también estás aquí? – "Ssssshhhh" susurraban los árboles como respondiéndole.
Ya eran las 5, cansado y hambriento volvió a escuchar aquellas palabras que el viento le trajo hace rato "olvida, piensa, renace".
– ¿Mejor? – dijo al aparecer nuevamente.
– La verdad es que sí. Me reconfortas y tu voz me calma y me alienta. Parece que te conociese de tiempo atrás.
– Me alegro, cada vez estás más cerca de alcanzar tu objetivo. Aunque no lo creas por ese motivo estás aquí.
– ¿Cuál es mi objetivo? ¿Y ese motivo?
– Si llegas donde el camino se precipita, con la luz del alba lo averiguarás. –dijo difuminandose en la oscuridad.
–¿Dónde? – le dijo al viento una vez más.
"Olvida, piensa, renace" resonaban los árboles que indicaban el camino.
Anduvo sin vacilar en aquella dirección hasta que se topó con un acantilado, eran las 6 y el día empezaba a desperezarse. "Grita renace" traía el viento un sonido. "Aaaahhhh" gritó con los brazos abiertos al borde del precipicio. Justo entonces algo golpeó su cuerpo introduciéndose en él y haciéndole caer al suelo. Entonces sacó su inseparable libreta y empezó a escribir como nunca antes. A las 10 paró, encendió el móvil y llamó a Clark.
– Vuelvo a casa, acabé el libro. Al final, encontré lo que estaba buscando.
– ¿El qué? – preguntó Clark.
– A MI MUSA.