“Mi escritorio estaba de espaldas a la ventana, así que lo que me alertó fue un tremendo estruendo.
“—¡Un avión! —exclamaron mis compañeros sorprendidos.
“—¡Ha chocado contra la Torre Norte!
El fuego asomaba por las ventanas de la torre vecina y en los pisos superiores la gente se asomaba, aterrorizada.
“—¡¡¡Viene hacia aquí!!!
“Todos gritaron, corrieron intentando alcanzar la escalera, tropezando los unos con los otros.
“Después desperté en esta sala blanca… junto a ustedes. ¿Dónde estamos?”
El anciano la miró y se encogió de hombros. Hacía frío pero no sentía dolores. Otra anciana se puso en pie ágilmente y se sentó a su lado.
—Creo que estamos en el cielo.
—¿El cielo?
Julie solo había creído en “algo más” según sus necesidades o incluso dependiendo de con quién compartiera por entonces su vida.
Un hombre vestido de rosa llamaba por su nombre a los presentes que se ponían en pie y desaparecían tras una puerta. Allí estaba Jack, el de mantenimiento. Freddie, Marcus, Annette, la señora Perkins… No veía a su jefe por ninguna parte.
Por un momento creyó que el corazón le palpitaba a toda velocidad… pero no, ya no le latía. Recordó lo que había pasado antes de cerrar los ojos para siempre. Pero en el cielo todo el mundo era feliz y estaba tranquilo. No debería sentir el miedo que sentía, no debería…
—Julie Johnson.
El hombre miró directamente sus empapados ojos verdes y le sonrió cuando comenzó a negar con la cabeza. Pasaba de vez en cuando, gente que no quería morir, gente que quería regresar a casa. Para todas esas personas, tenían preparado un comodín. Abrió una puerta y Julie vio la figura recortada ante la luz. Tenía la misma mirada azul e infantil de siempre, los rizos canos y sonreía de oreja a oreja. Y Julie, feliz, le devolvió la sonrisa.
—Abuelo…