Yo era una persona simple ,escritor titulado ,muy curioso y apasionado ,siempre me gustó escribir, leer e interpretar textos ,casi obsesivo
Un día lo conocí a él
Su nombre era Héctor , grande, negro
Pero blanco y extraño por dentro
Poco a poco nos fuimos conociendo
nos sumergimos uno en otro
La vida nos llevaba a todos lados
todo lo hacíamos juntos
Éramos dos luchadores imparables
Luchamos batalla tras batalla
sin miedo a nada
Siempre de la mano, siempre tomados del brazo.
Claro, no todo era batalla
También paseamos, hablábamos ,nos reíamos y nos perdíamos uno en otro
tal era así que parecíamos uno solo
Nos relacionamos tanto y nos llevamos tan bien
que a veces sentíamos volar entre nubes.
Un día noté mis manos dolían mucho
mí espalda y mís hombros parecían rotos.
Aún así no me separaba de Héctor ni un centímetro
No entendía el porqué éramos tan unidos
Si apenas lo había conocido hace un par de días ,pero no di mucha importancia.
Un día escucho campanas sonar
Estaban golpeando mí puerta y llamando por mí nombre
¡¿Francis?!
¡Ya va un mes que no sales de tu casa Francis!
¿Que estás haciendo ? ¿Esta todo bien?
¿Un mes?
Me pregunto mientras observo mi reflejo al espejo y veo lo que jamás considere
Mí barba era larga,mís ojos hundidos, mi cuerpo delgado flácido y no tenía barriga
Empecé a notar que tenía mucho hambre mi cuerpo estaba muy débil
Intenté levantarme pero caí al suelo
Entonces entendí que la pluma fue más poderosa que yo
me había sumergido tanto escribiendo en aquel gran libro de tapa negra y hojas vacías llamado Héctor
Que hasta olvidé mí humanidad siendo yo de carne y hueso
Su extraña tapa dura,el color,
pero además un nombre y un extenso follaje blanco vacío
llamaron demasiado mí atención
Me dije a mí mismo
¡Está pidiendo tinta en su interior!
Pues ese pedido de tinta, hizo que terminara por perderme en él hasta casi mí muerte.
Me salvaron las campanas sonando en mí puerta
Y la persona que fue a buscarme
ya que había pasado un mes de mí encierro en esa cabaña con Héctor.
Casi sin fuerzas llegue a la puerta , el sol me quemaba los ojos ,dolía mucho
Los médicos llegaron rapidísimo para llevarme a un hospital y nutrir mí cuerpo
Gracias a mí amiga aqui estoy vivo, si ella no tocara mí puerta en aquel momento, Héctor se hubiera cobrado mí alma y quién sabe las de cuántos más.
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