Este verano leí, mientras esperaba en el puerto a que tu barco llegara hasta mi alfeizar, que tocar a la persona amada era como tocar las nubes. Mentiras, tocarte a ti es como tocar el fuego, quemas. Ardes aun a bajo cero en el frente de mi pueblo porque, como los volcanes, eres la tierra que guarda las cenizas y de la que resurge la lava, escupiendo el material ígneo a la cara si hace falta.
Nunca llegaré a entender muchas cosas, pero entiendo tu mirada y me sobran las palabras.
Nunca llegué a aprender bien del todo el toque de dedos, algo sutil y preciso, muy técnico. Lo mío era más sacar balones fuera y rotar en sentido contrario en volley para equilibrar al equipo. Yo no vine a lucirme, simplemente estuve y ya fue bastante. Aprendí más en las calles que en las clases. Aprendí más de los que suspendieron que de los que aprobaron. Aunque de todos aprendí algo. Siento que no perdí el tiempo. La única pena que queda es querer ir siempre cuesta arriba y no saber aprovechar la inercia para bajar hasta tu puerto.
Saludos Insurgentes