👨🏻🎤 Cuenta la historia de una pintora infravalorada cuyo trabajo se expone por fin en un museo
Estaba cansada de siempre la misma historia, de los cuchicheos de las vecinas y sus típicas miraditas… Nadie entendía como un gran pintor como mi marido había podido casarse hace tiempo con alguien como yo, una paisana que no sabe hacer nada, salvo la compra.Así que, tras muchas noches en vela pensando como gritar al mundo lo que sucedía en mi interior, me puse manos a la obra. Como siempre le dije a mi marido que iba a pintar al estudio, y mientras él allí sentado con cerveza en mano creía que su próxima obra salía adelante, yo aprovechaba cada segundo para sacar la colección “Títere errante” en el próximo concurso. Estuve muchas noches más sin dormir, pero esta vez, era porque mis dedos, no dejaban de soñar imágenes que se iban haciendo al papel…Tras varias semanas, unas enormes ojeras y el corazón a mil por lo que iba a hacer, cogí las llaves del coche mientras Marcos estaba con sus amigos, y me dirigí al Museo de pintores y célebres artistas. Iba llena de ilusión, con una energía que recorría cada poro de mi piel, dejé allí mis obras, mi seudónimo y toda la adrenalina que me había acompañado en el viaje.Tras varios meses después, sonó el teléfono de casa y no pude evitar saltar de alegría tras escuchar la noticia, ¡era ganadora del XVI Concurso de Pintura y Arte! Salí corriendo a la calle y grité eufórica, al fin dejaría de tener el seudónimo de Marcos de la Cruz.