Un día más que despierto sola, la cama se siente enorme y fría desde que te fuiste. No consigo dormir, solo tengo pesadillas, despierto de madrugada y ya no estás, ya no te siento cerca. Debería salir ya de la cama, son las ocho y cuarto y tengo mucho trabajo por hacer. Mi editora ayer me escribió, necesita tener un adelanto en menos de una semana.
Son las 9 de la mañana, me acabo de preparar el café que me acompañará hasta mediodía. Café con poca leche, sin azúcar, algo amargo, caliente. Tomo mi taza y la poso al lado del ordenador, entra algo de luz, pero vivo en un piso interior y la sala parece un lugar lúgubre. Doy el primer sorbo de café, quema demasiado, mejor lo dejo enfriar. Enciendo el ordenador, abro una página nueva y miro fijamente el parpadeo del cursor sobre la hoja en blanco.
Estoy frustrada, desde que te has ido no soy la misma. Me levanto para poner algo de música de fondo, pongo mi playlist de “Inspiración" para ver si esta llega. Suena “Clair de Lune” de Chopin y la tarareo mientras vuelvo a mi sitio.
Sigo bloqueada, todo lo que quiero escribir me recuerda a ti, todo lo que se me viene a la mente tiene que ver con esos recuerdos que yacen perpetuos en mi cabeza. Miro a mi alrededor y veo la silla en la que solías sentarte, donde me acompañabas mientras yo escribía. Mientras divagaba entre mis pensamientos la vida seguía ahí fuera, el tiempo seguía pasando y el cursor parpadeaba en el mismo sitio.
Cuánto han cambiado las cosas desde que escribí por última vez pensando en ti, una ruptura de corazón y la distancia han acabado con esto. Dicen que el amor a veces duele, Sigues siendo parte de mis días porque mire a dónde mire encuentro algún recuerdo tuyo, esta casa aún huele a ti. Ha cambiado todo de la noche a la mañana, me noto la cara triste, me cuesta intentar sonreír. No hago más que suspirar. Me supera el sentimiento de añoranza, para que haya principios tiene que haber finales, pero no supero este final. No hay peor final que uno triste y lleno de decepciones, un final inesperado e inmerecido. Dos personas que se quieren tanto no deberían llegar a hacerse tanto daño.
Suena el teléfono, siento un nudo en el pecho y náuseas, tengo la esperanza de que seas tú pidiendo disculpas. No eres tú. Es mi editora de nuevo, no soy capaz de borrarte de mi cabeza, no puedo inspirarme para continuar mi trabajo.
Me duele tu ausencia aún más, pero me duele pensar que tan pronto otra persona ocupe un espacio en tu corazón, ese que me costó tanto domar. Te quité el miedo al amor y ahora no puedo disfrutar de todo el amor que tienes para dar, que sé que es muchísimo.
Ahora sé que otra persona ocupa mi lugar, tu corazón ya sabe amar porque yo le enseñé y le quité los miedos para que eso pudiese pasar. Prometo no volver a llorarte porque sé que no volverás, que lo nuestro pasó y no acabó bien, quizás porque no funcionamos bien juntos. Solo necesito seguir recomponiéndome, seguir creciendo y madurar emocionalmente. Sé que me dejaste porque no sabías cómo gestionar mi depresión, sé que te superó la situación, pero esperaba que mi pareja estuviese a mi lado a pesar de un intento de suicidio. Fue muy humillante para mí como persona que me dejases mientras estaba ingresada en la planta de psiquiatría, pero como ya digo, fue, ya no lo es, es lo que tenía que suceder y ahora sé que creceré, resurgiré de entre mis cenizas. Si de algo me sirvió una relación contigo, fue para aprender que soy más fuerte de lo que siempre he creído. He conseguido ver que hay un talento detrás de mis palabras, que he logrado emocionar hasta a los corazones más duros, de piedra, como el tuyo.
Sé muy feliz, aunque sea sin mí, porque prometo que yo estoy empezando a serlo y voy a vivir más fuerte que nunca. No te guardo rencor, pero nunca te perdonaré que huyeses en mi peor momento, para estar conmigo hay que saber estar también en los malos momentos. Me enseñaste que el mundo está hecho para los valientes y luchadores y yo lo estoy siendo. Yo soy quien decide cuánto y cómo me afectan las cosas y no voy a permitir que me afecte más esta ruptura ni este desengaño.
Ojalá algún día nos volvamos a cruzar, en un aeropuerto, en un avión, cuando ninguno de los dos se lo espere. Cuando a través de las luces de la T4 de Barajas te vea reflejado al otro lado del cristal. Te acerques con los ojos vidriosos a pedirme perdón, como la última vez que nos vimos, en un aeropuerto, en otro aeropuerto, pero con la misma sensación de vacío y decepción.
No te echaré de menos al despertar, no te echaré de menos cuando me vaya a dormir. Ahora soy libre para quererme, libre para luchar por mí.
Ahora que ya tengo la conciencia tranquila voy a intentar recuperar mi inspiración, continuar mis proyectos y seguir adelante. Te dejo, hasta dentro de mucho. Mi editora me espera, también el café que lleva horas frío mientras el cursor parpadea con la misma hoja en blanco...
Triste y melancólico, a la par que alegre y con dulzura.
Enhorabuena!
Saludos Insurgentes.