«TÚ, YO Y EL ARTE»

Era un lunes a las 10:30h cuando recibí la llamada de Jorge (el encargado del museo de Bellas Artes) citándome para una entrevista de trabajo.Descolgué el teléfono y escuché una voz varonil con un toque de picardía. Una conversación cercana, con una pizca de sensualidad que despertó cierta curiosidad en mí. Me dispuse a arreglarme mientras mi mente me invadía de pensamientos rápidos y desordenados haciéndose una idea de cómo sería él físicamente. Escogí la blusa burdeos que dejaba entrever mi sujetador de encaje, la falda de cuero negro y los tacones de aguja.Media hora después, me encontraba delante de la puerta del museo con mi mejor sonrisa y con esa seguridad que me caracteriza. Me dio la bienvenida la chica de recepción, que me acompaño hasta la oficina de Jorge. Él no se encontraba allí, así que le esperé de pie junto a la ventana. Minutos después llegó, se acercó a mí y clavo su intensa mirada en mis ojos. Empecé ese mismo día a trabajar, durante la exposición Jorge se acercó varias veces con cierto interés que iba más allá de unas simples directrices de trabajo. Cada vez que lo tenía a un centímetro de mí, se me erizaba la piel. Su rostro tan atractivo, su elegancia y su manera de mirarme, provocaban tal magnetismo que era incapaz de contener el deseo que sentía por él.Ya no quedaba casi nadie en el museo y quise contemplar aquellas preciosas imágenes de la exposición, cuando de repente noté como alguien rodeaba mi cintura con sus manos y me susurraba al oído lo mucho que me deseaba. Supe que era él; me giró apretándome contra su pecho, su dedo pulgar empezó acariciar con sensualidad mis labios y justo en ese instante nos fundimos en un apasionado beso.