—¿Ya estáis aquí? —dijo sorprendido.
—Si esperamos a que vengáis a buscarnos... —exclamó Ana.
—¿Y ese transistor? Te debe de haber costado una barbaridad...
—Me mato a trabajar, también tengo derecho a darme algún capricho, qué diantres...
—Hay que ahorrar...
—¡Vete a la porra!
Pedro sonrió.
— Pedro solo sabe torturarme...
— Cariño, tiene razón, tenemos que mirar por los dineros.
— Lolita, ¿Te casarás conmigo? ¿Me esperarás?
— Qué tonterías dices... pues claro.
— No sé... como yo me marcho a la mili... eso es mucho tiempo...
—Aunque te fueras a la guerra durante años, yo te esperaría.
—¡No anuncies ruinas!
Lola soltó una carcajada, le agarró y le besó. Después se sentaron en una terraza a tomar unas gaseosas mientras sonaban baladas de Antonio Machín. Pedro contaba anécdotas del taller donde trabajaba como mecánico y le recriminaba a Antonio por haberse gastado mil pesetas en el transistor. Repitiéndole que en la mili no tendría tiempo para escuchar música. Antonio se quejaba de Pedro, de la mili, y de su labor en el campo como recolector, mientras admiraba a Lola entre arrumacos y caricias. Lola contaba anécdotas sobre su trabajo de costurera y alardeaba de los dineros que tenían ahorrado para casarse. Ana hablaba de su trabajo como sirvienta y recalcaba que no tenía prisa por casarse.
Al cabo de un rato pagaron y volvieron al parque, donde bailaron en pareja y finalmente se despidieron mientras sonaba "Un beso y una flor".
— ¡Al partir un beso y una flor…! — cantaban en coro.
Antonio cogió una flor y se la entregó a Lola mientras cantaba. Se miraron a los ojos mientras estos se les humedecían.
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Enhorabuena.
Buen relato y bien estructurado.
Enhorabuena.
Saludos Insurgentes.