Yo una vez quise tanto que sentí que el pecho me ardió en su sitio. Pero antes de darme cuenta, descubrí que el amor había dado paso a un dolor lastimoso y que este me desmontaba pieza a pieza. Me acordé mucho en ese momento del amor de mi vida, que nunca lo fue, pero que siempre me recordó que nunca podría quererme porque el amor dolía y él no quería dolerme. Supongo que yo era demasiado pequeña para entender la magnitud de esa declaración, así que me contenté con que él quisiese hacerme algo. Podría haberme dicho que quería taladrarme a una pared y mi corazón de colegiala habría dado un bote tonto, entusiasmado con la idea de que él quisiese algo de mí. Hoy me doy cuenta de que ni el amor era lo que yo pensaba ni era lo que él tenía entendido. Y tengo que admitir que no sé si es porque he evolucionado yo o porque lo ha hecho el amor, pero la realidad es que el amor no duele, queridos. Y qué pena cuando tardas tanto como yo en descubrirlo… Pero yo era una cría y él tenía un concepto ponzoñoso del amor, así que entramos en algo que a mí terminó por consumirme y que a él le ayudó a reafirmar su concepto del amor: que dolía, que te mataba por dentro. A veces pienso que me hubiese gustado tener la oportunidad de advertirme, aunque estoy segura de que hubiese defendido que el amor lo puede todo. Mis niños, es mentira, el amor no lo puede todo.
Espero que sepáis perdonarme por contaros que mi compañero de vida será para siempre vuestro abuelo, pero mi gran amor será aquel hombre que un día desapareció de mi lado porque, decía, empezaba a quererme.
Bien narrado, enhorabuena.
Saludos Insurgentes