«Un sueño capaz de realidad»

Ella creía que siempre podría ir escribiendo grandes historias, grandes éxitos con lo que se encontrase por el suelo, debajo de las mesas de los bares, en frente justo de ellas y algún que otro comensal, en las conversaciones circulares y mágicas con los amigos. Pero el poder de su mente no era apenas nada contra el poder de lo que pasaba en realidad. 
Aún así, ella dedicaba horas y días a pensar si el concepto de verdad no estaría también manipulado, como todo lo que nos hace vibrar, como todo lo demás, al fin y al cabo, y en que quizás hiciera falta un huracán nuevo de palabras, todas ellas cosidas con la fuerza con la que antes se construían monumentos, y que al leerlas todas de seguido aquello sólo mostrase algo: un verdadero éxito, tuviese sentido o no.
Por supuesto, toda esa pirámide revolucionaria de ideas y palabras habría de ser de ella, sino, ¿cómo vivirá esa vida que se prometió a sí misma desde que tiene uso de razón: esa vida posible gracias a la escritura?
Ella creía que podría ir escribiendo grandes historias con lo que se encontraba por el suelo, pero de pronto esta oración acababa aquí mismo, en su mero planteamiento, porque por el suelo se encontraba colillas, pañuelos, chicles, pajitas de cartón de esos cócteles modernos... pero no sabía qué hacer con todo eso. No sabía coger una palabra, inventar otra  y alicatarla junto con otras trescientas hasta dejar secando al sol la historia que la convertiría en escritora.
Pero si con todo lo interesante que se tropezaba con su mirada, a pie de calle terminaba manchando aún más de blanco el folio en blanco...quizás no valía como escritora, ¿no? Lograba adueñarse de algunos halagos, buenas críticas... una o dos publicaciones locales; bueno, con algo se empieza... un artículo en el periódico semanal del barrio...bueno, poco a poco. Un concurso de internet, finalista con un microrrelato con su firma... bien, vamos sumando...
¿Pero dónde estaba ese Pedro Páramo, esa dama del Alba, ese coronel Buendía, esa norestina...dónde estaba su obra de la literatura universal?
¿De verdad existía cura del bienestar para un cerebro sin sinapsis creativas, bloqueado de ganas, ponzoñoso, sin talento aparente ni fuera de plano?
Y entonces MIEDO.