Una flor en un precipicio - EliandLencor
El
EliandLencor

«Una flor en un precipicio»

1001 palabras
8 minutos
82 lecturas
Reto creativo «Escribir es invitar»
😵 Imagina la aventura personal de un o una novelista que pierde la noción entre la realidad y la ficción.

He tenido que esperar a que murieras para conocer tu nombre, María. No tuviste el valor para huir de casa y ahora míranos: tú estás muerta, yo con el corazón roto y mi novela precipitándose a un final abrupto. Eras demasiado débil para aquel entorno hostil a la vida, cómo una flor que crece en un precipicio, destinada a caer tras cualquier desprendimiento o lluvia torrencial. Esa eras tú. Recordaré una vez más nuestra corta historia de amor, delante de ti, la última vez, una historia que solo existe en mi cuaderno y que tal vez haya sido el desencadenante de la brutal paliza que te llevó al suicidio.

Hace tan solo un par de meses que nos vimos por primera vez. El tiempo vuela a tu lado, querida. Apenas había empezado el verano, pero ya hacía un bochorno asfixiante.  Yo deambulaba por las calles para hacer tiempo hasta la hora de cenar, buscando algo sobre lo que escribir. Allí estabas tú, detenida por el semáforo al otro lado del paso de cebra. Qué imagen tan cómica a primera vista: a un lado la farmacia, cuyo letrero digital marcaba los 29 grados, y al otro estabas tú, con aquella camiseta gris de manga larga y esos tejanos largos un poco gastados; debías de estar asándote, pobrecita. Desde la otra acera ya se adivinaba tu bonito cuerpo, incluso debajo de aquella ropa entretiempo, porque sí, era muy bonito, por más que lo negases y te avergonzaras de las marcas que dejaba el cerdo de tu padre en sus arrebatos de cólera. El semáforo se puso en verde y cruzaste la calle encorvada, como siempre. Maldita la falta de confianza que tenías, cuánto daño te hicieron. Fue justo ahí cuando me cautivaste, cuando sin querer posaste tu mirada en mí, seguramente sin buscarme, y yo pude contemplar por primera vez tus ojos tristes. Me quedé plantado, embobado, viendo como entrabas en el primer portal que había en este lado de la calle.

Durante el resto de la semana, a la misma hora que aquella primera vez, procuré encontrarme cerca de tu casa para verte entrar de manera rutinaria; quería saber más de la chica que me estaba inspirando para escribir mi novela. Fantaseaba con cómo debía de ser tu vida, la vida de la chica que volvería loco a mi protagonista. Quería saber más del por qué de esos ojos tristes y no tardé en averiguarlo. Una de aquellas tardes demoré más de la cuenta sentado en aquel banco en el que escribía y fantaseaba sobre ti, cuándo me sorprendí oyendo un verdadero escándalo amortiguado por las paredes de tu celda en forma de casa adosada. Me acerqué con disimulo, y lo que se oía era una paliza capaz de matar a cualquier ser vivo excepto a alguien de extrema voluntad y ganas de vivir, que me estremecía en medio de la calle rodeado de personas que no se percataban de lo que allí sucedía.

Mi protagonista tenía que sacarte de allí. Comprendía cómo te sentías cómo solo otra víctima de violencia paternal podía hacerlo. Él siempre te proponía de fugaros lo suficientemente lejos para que se os hubiera perdido el rastro por completo y tú pudieras volver a llevar vestidos cortos sin despertar las miradas entrometidas ni las voces chismosas de los demás. `Siempre te negaste a ello: a dónde iríais, de qué ibais a vivir… siempre ponías negativas, pero aun así siempre le escuchabas con atención, porque esas conversaciones te estimulaban la imaginación y te hacían creer en un mejor futuro. Cuando lo hablábamos se te iluminaban los ojos, con una mirada solo comparable a cuando te sorprendía con un ramo de gardenias rojas. Te las traía pese a saber que siempre las tirabas antes de volver a casa, para evitar que tu padre descubriera que sentías un sentimiento esperanzador, cómo el amor era para ti, pues a veces nada irrita más a los miserables que las dichas de los demás.

No lo supiste nunca, pero estuve allí, al otro lado de la puerta, durante muchas de las palizas que recibiste aquel verano. Las palizas se volvieron más encarnizadas, y temo pensar que fuera porque él adivinase algo de tu amor furtivo en el aroma embriagador que desprendían las gardenias sobre ti.

Apenas nos vimos aquellos días, pues tú ya estabas haciendo las maletas al otro mundo, mentalizándote para reunir un coraje que bien te hubiera servido para abandonar aquella casa por tu propio pie, pero que usaste para salir aupada bajo una manta blanca. Aquella noche los gritos habrían despertado hasta el más sordo por el temblor de las paredes,  y por una vez fue tu padre quien suplicaba. Se oían lamentos de atormentado, y tu callada, cómo quedarías ya para siempre. Las sirenas inundaban la calle, pero no hundían los llantos del hombre infeliz que había contagiado su desdicha a su hija paliza tras paliza. Los policías entraron en la casa y yo detrás de ellos, sin que se dieran cuenta, sin saber qué sucedía, cómo si todo se tratase de un mal sueño.  Los gritos desconsolados venían de tu cuarto, que adiviné por tus tejanos colgados en la percha de la puerta, y allí estabas tú, con tus ojos tristes, con la cuchilla de afeitar en tu mano y con el cuello degollado. Me echaron a patadas de la escena y hui sin saber a dónde ni con qué fuerza ni con qué esperanza me movería a partir de aquel momento. Aquel día recibimos una paliza los dos, pues mi padre no me permitía montar escándalos en mi cuarto.

Yo no quería darle este final a mi novela, pero así lo forzaste tú. No, no te estoy culpando de lo que sucedió. Ni se te ocurra pensar eso. Por una vez la protagonista no fue una marioneta del autor: tú escribiste tu final, y sin siquiera saber de mi existencia, también escribiste el mío. Te dejo estas amapolas aquí. Voy a escribir las últimas líneas. Nos vemos pronto. 

El
EliandLencor
Miembro desde hace 3 años.
2 historias publicadas.

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Elvira.lopu
05 sept, 21:35 h
Hermoso y triste relato. Me ha gustado mucho.
El
EliandLencor
06 sept, 21:04 h
Muchas gracias Elvira, me alegra un montón saber que te ha gustado :))
Victoria Nieto Barrios
07 sept, 00:08 h
¡Qué crudeza! Me ha gustado :)
El
EliandLencor
07 sept, 16:42 h
Me alegra mucho saberlo Victoria :D
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