Leyre Jaime Pérez

«Una taza de café y dos terrones de corazón roto»

796 palabras
6 minutos
116 lecturas
Reto creativo «Escribir es invitar»
💔 Ponte en la piel de un escritor o escritora que tiene un bloqueo debido a un desengaño amoroso.

Marcos y yo éramos de esas parejas que lo compartían todo. Desde una taza de café mientras nos cegaban los primeros rayos del sol hasta lo que ambos ocultábamos en los lugares más oscuros de nuestro corazón. Sin embargo, nuestros caminos se perdieron bajo la infinidad de ocres, rojos y naranjas particulares del otoño. Aquel día no pude evitar seguir con la mirada una hoja de arce guiada por el viento hacia un charco de agua pequeño a escasos metros de mis botas. Esta se empapó y así me sentía yo por dentro. Llena de agua. Ahogándome. Sin querer dejar salir todas aquellas emociones y recuerdos porque, entonces, me quedaría absolutamente sin nada. Vacía. 


Me temblaba la mano mientras introducía la llave en la cerradura de la puerta de aquella casa que compartimos durante 10 años. Siempre pensé que Marcos y yo acabaríamos como siempre habíamos planeado y ¿qué nos quedaba ahora? Un adiós agridulce bajo las farolas del parque de nuestro primer beso y un puñado de promesas que nunca se cumplirían. Me estaba ahogando por dentro e, inevitablemente, mis mejillas empezaron a humedecerse. No quedaba más espacio dentro de mí para guardar tanto dolor. ¿Cómo era posible haber perdido aquello que tanto amaba? Lo único que amaba. No era posible. No, no lo era. No era capaz de asimilarlo y di rienda suelta a todas las emociones que tenía enjauladas. Primero lloré, me deshice en lágrimas. Después, grité, sollocé y volví a gritar. Todo se traducía a un único sentimiento, el dolor. 


El sonido del microondas me hizo recuperarme de mi estado de mente en blanco y mirada perdida. Agarré la taza blanca por el asa para evitar quemarme. Yo soy de esas personas que se preparan el café muy caliente, pero que se lo acaban tomando cuando ya se ha quedado frío. Coloqué la taza a la derecha de mi ordenador de sobremesa. Aunque tuviera el corazón roto la editorial bebía de mí. Me necesitaba. Al igual que todas esas personas que se entregaban en cuerpo y alma a leer todas y cada una de mis novelas. Mi mirada se enfrentó con la luz que desprendía la pantalla mientras abría una hoja en blanco y recordé las palabras de mi madre: “Cariño, míralo desde otra perspectiva. Escribe todo lo que en ti guardas. Escríbelo. Te liberarás a ti misma, sanarás y, para entonces, tú y tu alma habréis escrito una novela”. Lo intenté. 


Mis frágiles y largos dedos se inclinaron hacia el teclado y mis yemas se deslizaron de izquierda a derecha buscando la letra con la que empezaría todo. ¿“M” de Marcos? ¿“R” de rota? ¿Por qué todas las letras escondían el dolor? En la pantalla solo podía verse una barrita negra parpadear. Esperaba a que la alimentara y así lo hice. Erguí mi espalda y, tras esto, escribí dos líneas a duras penas. Dos líneas que así decían: “A veces somos tan inocentes de lo que en nuestra vida pasa que nos consideramos los responsables. Otras, estamos tan llenos de culpa que la desechamos a los demás”. Presioné la tecla de borrar para eliminar desde la última hasta la primera palabra escrita. No podía escribir eso. ¿O sí? ¿O es que me sentía culpable de lo sucedido con Marcos, pero no quería que se revelara? ¿Tenía yo la culpa? ¿La tenía él? Empecé a pulsar las teclas sin ton ni son, dando resultado a palabras ilegibles. Las borré y comencé de nuevo hasta que las palabras acabaron conmigo. Hasta que el silencio acabó conmigo. Hasta que la barra negra parpadeante acabó conmigo. 


- ¿¡Qué quieres de mí!? - grité furiosa hacia la pantalla que daba luz a mi rostro. Después, apagué el ordenador y me envolví entre las cálidas sábanas blancas que esperaban en mi cama. Secaron mis lágrimas mientras yo sollozaba y pasaron la noche en vela por si volvía a humedecer mi rostro. 


Un último suspiro se liberó con el pensamiento de intentar escribir para curar mi alma rota. Unos cosen sus heridas, las ven supurar, las esconden hasta que se olvidan de ellas o las entierran. Yo la haría frente de la forma más cruel para mi corazón: escribiendo. Intentaría escribir para despedir a Marcos. Escribiría para decir adiós, para cerrar la etapa y poder avanzar. Así, entendí que escribir es invitar al alma a salir de nuestros cuerpos. Es desnudarnos ante un teclado y una pantalla con sed de nosotros. Es dejar salir al corazón de su lugar, permitiendo que pase por mil manos mientras es devorado por centenares de ojos. Es liberarnos. Gritar en palabras. Dejar salir lo que nos consume, lo que nos ahoga. ¿Por qué nos empeñamos a encerrarnos? ¿Por qué de manera inconsciente también lo hacemos? ¿Qué tenemos tan dentro de nosotros que nos asusta?

Leyre Jaime Pérez
Leyre Jaime (Alicante, 2002), solo una chica que vive a base de espejismos románticos y que, de…
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19 historias publicadas.

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Wilma Beatriz Menelik
03 sept, 12:07 h
Muy bueno, me gusta esto: escribir es dejar salir el corazón, desnudar el alma... Mu bueno.
Leyre Jaime Pérez
03 sept, 13:37 h
Muchas gracias! Me alegro de que te haya llegado esa parte al corazón
Lu
Luisjaimeperez32
03 sept, 13:23 h
Me encanta
Leyre Jaime Pérez
03 sept, 13:38 h
Muchas gracias. Me alegro de que te haya gustado
Mónica Arranz
03 sept, 16:39 h
Me ha gustado mucho, metáforas creativas y excelente descripción de los sentimientos.
Leyre Jaime Pérez
09 sept, 13:48 h
Gracias Mónica, comentarios así me hacen querer seguir escribiendo. ¡Muchísimas gracias!
Victoria Nieto Barrios
07 sept, 00:14 h
¡Está muy chulo!
Leyre Jaime Pérez
09 sept, 13:48 h
¡Mil gracias Victoria!
Pepa Hernández
07 sept, 09:57 h
Precioso. yo empecé a escribir cuando apareció" mi Marcos" en mi vida. Un día se marchó, así sin mas, para siempre. Ahora treinta años despu´rs a vuelto a aparecer pero esta vez ha sido sobre el papel. Preciosa historia y muy bien narrada.
Leyre Jaime Pérez
09 sept, 13:51 h
¡Hola Pepi! Seguro que su marcha te habrá hecho aprender en muchos aspectos y me alegro a que te hayas animado a escribir sobre él o vuestra historia. Me alegra que te haya gustado. ¡Muchísimas gracias!
Patricia Zamorano Granados
08 sept, 20:07 h
Te aplaudo, en especial por el último párrafo. No puedes ser mejor esa reflexión final.
Leyre Jaime Pérez
09 sept, 13:51 h
¡Muchísimas gracias Patricia! Me alegro que te haya llegado esa pequeña reflexión.
María Caballero
09 sept, 18:01 h
Me ha encantado. Suerte.
Leyre Jaime Pérez
09 sept, 18:06 h
¡Muchísimas gracias, María! Suerte a ti también :)
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