Vacío y obsesionado - Camilo Delgado
Camilo Delgado

«Vacío y obsesionado»

759 palabras
6 minutos
78 lecturas
Reto creativo «Escribir es invitar»
😨 Cuenta la historia de un escritor o escritora atormentado por su miedo a fracasar.

Emiliano era un solitario padre soltero aficionado a la lectura. Era fanático de la literatura fantástica, y soñaba algún día con publicar su propia obra, la cual había estado creando y moldeando durante dos años. Sin embargo, cuando no estaba fantaseando con el mundo imaginario que había creado, su vida se tornaba bastante aburrida y monótona. Se levantaba todos los días a la misma hora a llevar a su hijo al colegio y después pasaba ocho horas en un trabajo que odiaba. Cuando llegaba a casa, la lectura y escritura era su única vía de escape.

Un día, finalmente la terminó. Tras dos años dándole vueltas y ajustando detalles terminó de escribir su primera obra de fantasía, la cual estaba impaciente por enviar a alguna editorial. Se imaginó lo genial sería triunfar siendo un gran escritor como Tolkien, pero también sintió miedo. «¿Y si nadie la quiere publicar? ¿Qué será de mí entonces», pensó.

Esperó varias angustiosas semanas hasta que recibió el mensaje: «Nos complace comunicarle que nos gustaría publicar su obra». Estaba en el trabajo cuando leyó aquel correo de la editorial y dio un salto de alegría en mitad de la oficina. El día se le hizo corto e incluso agradable por la buena notica, pero a medida que pasaban las horas, los mismos demonios que lo atormentaban por no saber si su libro iba a ser publicado o no, lo comenzaron a atormentar ahora con un sentimiento de vacío.

«Vale, mi libro ya va a ser publicado, pero, ¿Y ahora qué? Nadie se convierte en un gran escritor de la noche a la mañana», se dijo. Se dio cuenta de que su vida no había cambiado. Recibiría algún ingreso extra por las ventas del libro pero todo lo demás iba a ser igual. Empezó a cuestionarse si esos dos años escribiendo habían merecido la pena, y aun cuando su deseo se había cumplido y su historia había sido publicada, se sintió un fracasado. Lejos de aceptar la realidad, Emiliano se sentía cada vez más frustrado. Empezó a escribir su segunda obra mientras soñaba con un nuevo trabajo donde no odiara a sus compañeros, y en una casa propia que no se encontrara en un barrio lúgubre y triste. Ya no escribía porque le gustara; escribía por necesidad, la necesidad de encontrar en la literatura una nueva vida. Sus textos habían dejado a un lado la aventura y fantasía y se habían vuelto más tenebrosos y oscuros, reflejando el miedo que tenía Emiliano a fracasar y a no convertirse en alguien importante. Su sueño se había convertido en una obsesión.

Varias noches en vela después acabó su segunda obra, esta vez de terror. La envió a las editoriales seguro de que se repetiría el mismo proceso que con la primera, pero esta vez el mensaje fue diferente: «Agradecemos su aporte pero no estamos interesados en publicar su obra». Recibió el mismo mensaje de varias editoriales, una tras otra, lo que terminó de hundirlo y destrozarlo. Emiliano seguía teniendo un buen trabajo y un hijo de diez años al que quería, pero para él eso no era suficiente para dejar de sentirse vacío. Poco a poco fue descargando inconscientemente  su frustración en el niño, y comenzó a tener pensamientos tenebrosos propios de su obra fallida. Cosas como «Si no hubiera sido tan descontrolado de joven ahora no te tendría a ti y no tendría tantas responsabilidades» pasaban a menudo por su cabeza.

Una noche, Emiliano se encontraba en el dormitorio de su hijo mientras este dormía. Uno de aquellos pensamientos recorrió su mente una vez más, y se acercó a la cama sigilosamente con las manos extendidas, acercándolas lentamente hacia el cuello del pequeño. Parecía estar a punto de cometer una atrocidad, pero lo que hizo al final no fue para nada algo macabro. Rodeó al pequeño con sus brazos y le dio un cariñoso abrazo. «No, no es justo que te eche la culpa a ti de todo», pensó. 

Algo había cambiado en Emiliano ese día, y a partir de entonces ya no se encontraba tan vacío y alicaído. La razón de esto: unas horas antes había visto cómo su hijo leía con entusiasmo su primer libro, el de fantasía, y comentaba en voz alta que quería ser escritor como su padre. Las ganas de volver a escribir y la inspiración habían vuelto a Emiliano, y se puso a escribir inmediatamente una nueva obra de fantasía. Aún tenía miedo de fracasar y no poder cambiar su vida, pero ahora tenía algo que antes no: ilusión por conseguirlo.

Camilo Delgado
25 años, aficionado a la fantasía y el terror.
Miembro desde hace 3 años.
3 historias publicadas.

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