«Verso acabado»

Lo veía marchar en aquella estación de tren, sin girarse para dar un último adiós a lo que fue nuestro amor. 
Rogué, juro que rogué para que se diese la vuelta, para que me rodease entre sus brazos susurrando que todo estaría bien, que nada cambiaría... 
Corrí tras el tren en marcha, hasta que la acera desapareció, y, allí me quedé, viendo cómo se esfumaba ante mis ojos, el amor de mi vida.
Las noches en vela, fueron terribles; las tardes enteras esperando su regreso, desesperantes; la llamada que nunca llegaba, frustrante...
Pero, tal y como dicen, el tiempo todo lo cura. Abandoné la creencia de que regresaría, acepté que tenía que amarme a mí misma, y, de ese modo, aquel tortuoso espectro abandonó mi vida en silencio.
Tras algunos meses recomponiendo mi marchito corazón, me di la oportunidad de conocer a alguien más. Era el nieto de mi longeva vecina, no había día que no insistiera para que lo conociera; así que, decidí darle el gusto a la mujer.
Me sorprendí a mí misma poniéndome aquel vestido negro sexy y pintando mis labios de rojo, hacía mucho tiempo que no me arreglaba tanto.
Al llegar, me encontré con un apuesto chico en la puerta, moreno de ojos verdes, quien me sonreía amablemente; era Hugo, el nieto de mi vecina.

- Hola, veo que mi abuela no exageraba... Eres preciosa. -Su sinceridad me hizo enrojecer.
- ¡Sara! -Escuché detrás de mí una voz que jamás pensé escuchar de nuevo, era él, Mario, había regresado.- ¿Qué haces?
- Me dejaste, no recibí ni un mensaje... -Negué con la cabeza.- Ya es tarde.

No sentí nada al verle, entonces lo supe... Estaba lista para darle una nueva oportunidad al amor.

- ¿Entramos? -Le pregunté a Hugo, dejando atrás al recuerdo de lo que fue mi amor.