«Volver a las raíces»

Era un día más de otoño, las hojas de los árboles caían como lluvia cálida sobre el asfalto y me dirigía como a mi lugar de trabajo, papeles, mails, llamadas… Y, de repente, todo dejó de funcionar. Incertidumbre, colapso y el patio se llenó de vecinos de locales cercanos, una avería, decían muchos, un corte programado no anunciado, pero la realidad era otra. Después de varias horas y llamadas a los servicios de suministros nos dimos cuenta que era algo diferente.

¿El gran apagón del que tanto se había hablado? Finalmente y siguiendo mi voz interior me dirigí al coche que era lo único que aún funcionaba y me fui a casa.
Pasaron 2 días, sobreviviendo preparé una pequeña maleta y junto a mi hijo decidí adentrarme en un viaje al pasado, mi pueblo natal…

Abrí la puerta de aquella vieja casa de la Castilla profunda y como prediciendo algo que no podía explicar empecé a organizar aquel lugar, que sin saberlo aún se convertiría en nuestro refugio por varios meses.

Era como volver al pasado de mis padres y abuelos, una casa con lumbre baja, alcobas pero el sitio que nos cobijó del frío y hambre con sus antiguas chimeneas y estufas de carbón. La gente del pueblo ya entrada en años nos acogió con cariño y nos enseñó algo muy importante para el tiempo que vivimos. Se puede viajar sin equipaje, cuando más ligero vayas más grande harás tu espíritu y siempre se puede volver a la esencia de tu vida. El regreso a nuestras raíces nos ayudaron a sobrevivir a aquel gran apagón que duró varios meses y nos hizo ver que las pequeñas cosas son las más grandes.

La vida siempre te enseña el valor de lo auténtico.
Solo hay que saber verlo con el corazón limpio y la mente despejada.