«Ya no soy yo, ahora soy mamá.»

Esta es la historia de una chica real, con nombre y apellido, que entró en la maternidad con ilusión y con muchas ideas preconcebidas que pronto empezaron a desmoronarse como fichas de dominó.
El bebé que tenía en sus brazos no era como le habían contado que eran los bebés. No dormía casi todo el día como se suponía que tenía que hacer, hacía cosas que no se esperaban de un bebé tan pequeño y ella estaba todo el día sola con él, sin ayuda. Las ojeras se apoderaron de su mirada, los lavados de cabello cada vez se espaciaban más en el tiempo y comer decentemente se convirtió en un lujo que no se podía dar con tanta frecuencia.
Pronto descubrió palabras que nunca había escuchado "bebé de alta demanda" y supo que definían a su hijo. Dormía muy poco, aprendía todo con mucha facilidad, se aburría muy rápido de todo y siempre pedía más. Era difícil seguirle el ritmo, de día y de noche. Un pequeño niño incansable que no parecía cambiar con el tiempo como ella esperaba. La crianza estaba siendo agotadora y seguía sin tener ayuda.
Sin embargo, pese a lo largos e interminables que parecían los días, ese niño creció y hoy ya tiene 8 años. Se ha convertido en un bello hombrecito con gran madurez que ama los animales y no soporta que los maltraten, que se preocupa por el medioambiente, que defiende a los amigos que sufren abuso en el colegio y que analiza el comportamiento humano.
Hoy, ella lo mira, agotada por su energía desbordante y, entre suspiros, piensa que, pese a todo, volvería a pasar por lo mismo una y mil veces, solo por tenerle A ÉL. Después de todo, no lo ha hecho nada mal...