Fue mi culpa, sí, fue mi culpa, porque siempre lo era cada vez que nos peleábamos, es que soy tan impaciente. Si tan solo hubiese esperado a que ella quisiera hablar, si no le hubiese dicho nada de lo que sentía, si tan solo hubiera reaccionado diferente ahora estuviera aquí conmigo. No habríamos terminado.
Llevo dos días tratando de escribir el artículo que me ha encargado la editorial, pero no he podido escribir más de una línea, pues ella ocupa toda mi mente, no puedo pensar en nada más. Ahora mismo podría llenar 10 cuartillas contándoles porqué creo que fue mi culpa, pero no es eso sobre lo que tengo que escribir.
Pero es que, ¿por qué suceden las cosas así? Teníamos planeadas tantas cosas juntos. Ella debía ser mi compañera, la última, no tenía que buscar más, ella era la indicada, era perfecta para mí.
Ya voy a escribir, sí, tengo que escribir porque esto es lo que verdaderamente importa, porque la escritura siempre se quedará conmigo aun cuando todos los demás se alejen, porque es quien me salva cuando siento que todo se está descomponiendo.
Pero, ¿Cómo continúo? Si cada vez que intento hacerlo ella regresa a mi mente y me recuerda que me he quedado solo, que ya no tendré su compañía, que no iremos a tomar té, ni café, ni a comer ramen en las tardes lluviosas después del trabajo, que ya no voy a acompañarla a su casa para asegurarme de que esté a salvo, ni nos vamos a despedir en el zaguán blanco con un abrazo largo que nos dure hasta nuestra próxima cita.
Es más de media noche y no consigo escribir ni conciliar el sueño. Me quedan tantas preguntas a las que busco una explicación, la cual no tendré, pues ella ha decido alejarse por completo y no decirme nada más. Quisiera que me dijera por qué lo hizo, si acaso yo nunca fui tan importante que ni siquiera pudo hablarme y decirme un algo para que no me sintiera culpable. Hablo con mis amigos cercanos, me escuchan, pero nadie entiende mi sufrir en este momento, piensan que no es para tanto, que todo pasa, que siempre hay más personas y, yo lo sé, pero ahora la estoy pasando mal, tanto, que se han paralizado mis actividades diarias, ni siquiera he podido escribir, y escribir es lo que mejor puedo hacer, es lo único que me hace creer que todo tiene sentido.
Este dolor no es para siempre, voy a escuchar las palabras de mis amigos. Ya puedo hacerlo, solo tengo que respirar, todo está bien, puedo escribir este artículo y todos los demás que me encomienden, ahora solo estoy pasando por un mal momento, y creo que es normal, es normal que me duela ahora que me di cuenta que las cosas no se dieron como yo las imaginaba, que ella no piensa de la misma manera en que yo lo hago, y está bien, pues somos dos personas completamente independientes y distintas.
Ya voy a escribir. El artículo que me confiaron es sobre una persona o un objeto que me inspire y convertirlo en algo poético. Es fácil, pues a mí me encantan los árboles, me han acompañado desde mi infancia. Puedo hablar sobre ellos, contar que creo que son testigos de muchos acontecimientos a lo largo de los años, que observan a cada persona, a los niños que se convierten en adultos, a los adultos a los que la vida les ha sido arrebatada solo porque a alguien se le ocurrió hacerlo así sin más, a los ancianos, a cada pareja enamorada y a un sinfín de personas. Que los árboles son testigos de muchos comienzos y finales y que por eso guardan muchas historias en su interior.
Seguramente de esa misma manera nos observaron a nosotros, en los parques que recorrimos juntos, en las calles por las que caminamos en los días soleados, cuando descasamos bajo su sombra y cuando nos sentamos a saborear un helado.
Mi atención regresó a ella otra vez, todo me hace regresar a las horas que compartimos. Supongo que es eso, el anhelo de los momentos bonitos que viví junto a ella, como si no fuera a encontrar a nadie más con quien empezar una nueva historia. Tal vez si, seguramente sí, pero ya no quiero comenzar una y otra vez. Ojalá mi siguiente pareja sea la última. Aunque es imposible controlar las situaciones y tampoco puedo decidir sobre nadie más.
Debo escribir, y mientras intento hacerlo reflexiono y voy encontrando respuestas a las preguntas que me hacía al principio.
Cuando las personas se alejan pensamos que lo único que quieren es hacernos daño y, que si ellos no están jamás podremos volver a estar bien, pero esto no es verdad. Con el paso de los días, de las semanas o incluso de los meses, cuando nuestra razón ya no está tan nublada nos damos cuenta de que eso fue lo mejor, damos gracias y dejamos ir, o eso creo. Pero de lo que si estoy seguro es que voy a regresar a mí y a lo que había dejado olvidado, pues no es la primera vez que me sucede, conozco bien el proceso.
Ya voy a escribir, ya estoy escribiendo
