«365 Oportunidades De Auto-sabotaje»

Releí mi agenda del 2021. Lo hago todos los años. Antes era más exagerado e incluso copiaba los nombres de la gente a la que no podía dejar de felicitar por cumpleaños. Ahora soy más auténtico: si me olvido y te enfadas es tu problema: "Eso es falta de interés" dice mi madre. Pues falta de interés.

Mis propósitos son siempre los mismos: Mejorar inglés, recuperar mis abdominales, hablar japonés, sacarme mi segunda carrera (claro, como con la primera me he hecho rico...). No me apetece hacer una mierda, y sólo estamos a día 8: sinceridad ante todo. Es más, me apetece sabotear todos y cada uno de los objetivos que me he propuesto en señal de rebeldía. Me apetece ponerme a ver películas españolas, comer croissans cruasans, ¡como coño se escriban! rellenos de chocolate, bajarme un paquete de galletas de Costa Rica mojándolas de cuatro en cuatro en leche chocolateadísima y ver los animes en japonés leyendo todos los subtítulos en español, hasta que me duela la cabeza.

Me apetece mucho decirle a todo el mundo que por mí no se preocupe, que yo lo único que quiero es que la Play y el portátil no se me estropeen, que mi cuarto guarde el calor porque la calefacción vale un pastizal, que el casero me renueve el alquiler y que mis compañeras de piso se queden porque son majas y cuesta encontrar compis así. Esta es la vida de un treintañero solterón y sino te gusta, te casas, tienes hijos y haces esas cosas guais que alguien en mi edad debe hacer endeudándose hasta la prejubilación. O vuelves a casa de tus padres, claro. Yo prefiero no tener deudas ni futuro y seguir escribiendo kanjis en los bordes de los libros de texto.

Ea, tonto el que lo lea.