«En blanco»

Enfrentarte ante una hoja en blanco es retador, y puede llegar a ser el motivo por el que desistas. Dímelo a mí, que llevo más de un mes ausente por aquí... Sin embargo, tener la posibilidad de continuar escribiendo también supone un rayito de luz, una pequeña esperanza a la que te puedes aferrar para que todo se truque en una realidad opuesta a la que vives, en una bonita. Y, más aún, si eres tú quien decide cómo rellenar las páginas venideras.
Odio rotundamente ese clamor social unánime por ventilar los nuevos propósitos el último día del año, lo detesto. En realidad, me genera rechazo cualquier avalancha sincronizada en la que todos parecen escupir los mismos discursos, en la que es muy difícil distinguir a cada uno como una parte independiente. Y sí, por supuesto que deseo salud, al igual que ellos, y trabajo, y amor, y paz mental, y... joder, si es que no me queda nada.
Por eso, desaparezco. Por eso, hoy, primer día del año, no estoy en casa revisando las redes sociales. Por eso, escribo desde un portátil sentada en un vagón, el primero del año. Por eso, no tengo fecha de vuelta. Por eso, ni siquiera sé si debo publicar esto...
Mis páginas están en blanco, y prometen ser trescientas sesenta y cinco. Empiezo con el temor de no terminarlas, de volver a desistir, de que, aun atreviéndome, haya fallado. Comienzo con incertidumbre, más que nunca...

Hoy, tercer día del año, escribo desde el segundo tren que tomo en el 2022. Desisto. Tengo fecha de vuelta, y es ahora. Ojalá alguien escribiera por mí...