¿Habéis escuchado alguna vez eso de que los sueños se cumplen? Para mí era una utopía hasta que el destino quiso sorprenderme.
Vivo en Nueva York y moverse en avión por trabajo es muy habitual. Me gusta escribir mientras viajo, es algo que me distrae. El miércoles cogí un vuelo para ir a Boston y mientras tanto quise escribir una breve e íntima historia que pensé nunca vería la luz.
Todo sucedió cuando la noche anterior viendo una película romántica y cargada de emociones me quedé cautivada por el actor. La intensidad con la que vivía el amor, sus ganas de saborear la vida y la pasión que transmitía su mirada despertaron emociones en mí. Sentí una conexión mística y especial, como si nuestras almas estuvieran conectadas de otras vidas. Quizá era el personaje que interpretaba, o quizá no, de igual manera nunca lo sabría.
Así que durante el vuelo empecé a escribir dirigiéndome a ese personaje ficticio que jamás conocería... con el único interés de plasmar mis emociones en el papel.
De pronto oí una voz varonil justo a mi lado, que interrumpió mi escritura y me sacó de la burbuja en la que estaba inmersa. Levante la mirada y me quede pasmada. ¡Era él! El actor de la peli, sentado a mi lado contemplando mi escritura.