Lucia F.S.

«Anhelos de paz»

899 palabras
7 minutos
32 lecturas
Relato de ciencia ficción: Las luces de una ciudad futurista, un destello en el cielo, la sombra de una nave espacial sobrevolando. ¿Qué historias se despliegan cuando el sol se pone en este futuro lejano?
​—Siempre me he preguntado —la voz del prisionero fluyó con calma—, ¿cómo viven sin el día y la noche los viajeros del espacio? ¿Cuándo duermen? ¿Cuándo aman? ¿Cuándo paren las mujeres? ¿Dejan de anhelar las estrellas por creer que las pueden alcanzar? ¿Sus huesos extrañan la gravedad única de su mundo? ¿O la olvidan?

Angkok hablaba mirando por una ventana de la nave imperial. El mosaico de estrellas quedaba opacado por la cercanía de un imponente planeta gaseoso. Desde este punto, Araí, el satélite donde había nacido el ahora prisionero, no podría verse hasta dentro de unas horas.  


La comandante de la nave acababa de entrar en la celda, iba preparada para un saludo protocolar, no para un discurso filosófico. Sin embargo, se sintió atrapada por aquella invitación.


—“Nostalgia originaria gravitacional” — Osk recitó con cuidado—, creo que algo leí al respecto, si mal no recuerdo fue una de las teorías censuradas en la carrera espacial. Difícilmente se habrán financiado estudios que la comprueben o refuten.


Angkok no disimuló su sorpresa ante la respuesta, giró sonriendo y saludó con una reverencia. La comandante no quiso dar tiempo a que continuara aquel hilo y recuperó el protocolo.


 —Capitán, mi nombre es Osk, soy Comandante de la Guardia Imperial de Olafur III, le doy la bienvenida al Fragata Resiliencia II. Lamento la pérdida de los cinco oficiales que cayeron cuando tomamos su nave, nuestra intención era un ataque de cero bajas. Le doy garantía de que toda la tripulación será retenida en condiciones dignas, en tanto duran las negociaciones. 


La sonrisa de Angkok desapareció, acaso aquellas palabras le devolvieron al presente y su situación incierta. Quizás, su mente empezó a barajar futuros imposibles, o revivió en ese instante esas cinco muertes recientes. Sus captores no entenderían nunca que para los araianos cada muerte es todas las muertes. Volteó de nuevo a la ventana y preguntó:


—¿Qué pretenden de las negociaciones, comandante?


—Intercambiar todos los prisioneros por la firma del tratado de paz.


—Confunden la paz con el silencio de los esclavos, comandante, los araianos no admitirán nunca ese juego de palabras. No habrá tratado.


—La paz, Capitán, es tan sólo el tiempo entre guerras. Y jugaría con las palabras de todos los idiomas si eso me comprara más de ese tiempo —la voz de Osk sonó tan sincera que el prisionero volvió a girarse para mirarla.


—No firmarán tus términos por un puñado de prisioneros. 


Angkok era certero y Osk lo sabía. 


—Ayúdame a comprar tiempo, si no por tu tripulación, por todas las que vendrán después, por los civiles en tus lunas.


El silencio de mandíbula apretada de Angkok era una respuesta contundente.


—Piénsalo, volveré mañana…—Osk se detuvo como buscando las palabras— a medianoche. 


Angkok esperó sin poder encontrarle sentido al pasar artificial del tiempo dentro de la nave, pero su corazón esperó la medianoche y esta llegó con la visita prometida.


—Capitán.


—Comandante.


—¿Lo hemos tratado bien?


—Muy bien para un prisionero.


—Tenía usted razón, ni siquiera han aceptado leer el tratado. La respuesta es tajante “el destino de los prisioneros está en las manos del imperio y nada podemos hacer”. 


Angkok asintió en silencio.


—¿Puedo llamarte por tu nombre, capitán?— el prisionero asintió sin alternativa. —Ayúdame Angkok, escribamos un tratado que los araianos quieran leer. 


—En Araí, la rendición y la amistad  se firman al mediodía, cuando no hay sombras y todo queda iluminado. A medianoche sólo se trazan las traiciones y los ataques.


—Puedo volver cada medianoche, Angkok, y llamarle mediodía si prefieres.


—Podrías volver mil noches, comandante, y no aprender nada.


Esta frase hubiera herido a Osk si se la hubieran dicho a los ojos. Pero de esta forma solo le dio más esperanzas, sabía que estaba labrando un camino. 


Varias noches volvió Osk a conversar con su prisionero, hasta que una vez llegó con un libro.


—Buenas noches Angkok, te he traído un regalo, — se sentó y abrió en la página marcada— si me permites. 


Hoy parten,

zarpan, 

alzan vuelo.

En sus espaldas

las esperanzas 

de un mundo que muere.

En los puertos, 

las promesas de siempre,

Volveré a buscarte

Te pensaré en cada estrella

Lo encontraremos

Y hasta entonces,

Me pregunto

Cómo sobrevivirán 

Los viajeros 

Sin sentir en su cara

La caricia del sol

El viento del mar 

La bruma, la lluvia. 

Cuándo amarán

Cuándo llorarán

En la noche sin noche 

de las naves.


Osk cerró el libro, y añadió 


—Apuesto que  podríamos encontrar unos versos así en cada mundo que se lanzó al espacio. 


Angkok sintió el deshielo interior.


—¿Cuál es tu anhelo, Comandante? ¿Más sistemas con tu bandera? ¿Todos los sistemas? ¿Luego qué? ¿Otra galaxia?


—Mi anhelo—Osk dejó que su mirada se perdiera en el libro— es el cielo estrellado de una noche de verano, con la espalda contra un árbol y los pies descalzos sobre la hierba, en las costas septentrionales de Rotnart. —levantó la mirada hasta encontrar los ojos de Angkok —Un cielo sin amenazas, sin reclamos, sin el tic tac de los engranajes de la conquista y la guerra.


Angkok no supo en qué momento había perdido el timón en su juego de concatenar palabras para dibujar mundos posibles en el corazón de su oponente. No supo que tanto había torcido la mirada de Osk y que tanto había sido cambiada la suya propia. 


—Vamos a necesitar más de una medianoche, comandante.


Osk asintió sonriendo con los ojos:


—Sería un honor que me llames Osk, hasta mañana.

Lucia F.S.
Soy Lucía Favre, nací en 1984 en Montevideo, Uruguay. En los momentos de mayor crecimiento de mi…
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Mikel M
02 ago, 08:37 h
Me ha gustado mucho, Lucía. Muy completo y muy bien elaborada la premisa
Lucia F.S.
03 ago, 03:08 h
Gracias. Osk es un personaje que vengo desarrollando hace un tiempo. Quizás vuelva a aparecer por aquí.
Pepa Hernández
03 ago, 08:33 h
Muy original y bien redaztada
Lucia F.S.
03 ago, 13:46 h
Gracias Pepa🥰
Williams Nuñez
03 ago, 12:06 h
La poesía es una debilidad que llevo oculta cual pecado...Excelente lo tuyo!!! Me enamoré de tu historia!!!
Lucia F.S.
03 ago, 13:46 h
Cuánto me alegro. La poesía es una necesidad básica, podemos ignorarla o negarla como a las leyes, pero ahí está.

Esta ha sido una de esas historias donde pones a los personajes, les dices que hacer y ellos van y hacen otra cosa…como leer un poema o cambiar de opinión. Y al final es divertido descubrir lo que iba a suceder.
elinsurgentecalleja
03 ago, 19:12 h
Con tus versos, me has conquistado Lucía, ya sabes lo que significa para mí, la poesía.
Es toda una sorpresa, en el relato!
A su vez, de gran originalidad y descripción.
Enhorabuena compañera!!
Saludos Insurgentes
Lucia F.S.
03 ago, 22:07 h
Si te digo que me ha sorprendido a mi también? Iba yo relatando con una idea de la historia, y va la comandante y saca un libro de poesía, y lo da todo vuelta.

Me alegra mucho que lo disfrutaras!
Víctor Lázaro Cebolla
08 ago, 18:46 h
Preciosa historia.

Me ha encantado.
Lucia F.S.
09 ago, 03:14 h
Gracias Victor, me alegro mucho.
Carmen Fernandez Mayoralas
09 ago, 18:41 h
Que maravilloso seria que la poesia solucionase una guerra! Bonita historia.
Lucia F.S.
10 ago, 03:19 h
Muchas gracias Carmen
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