Apenas me quedaban fuerzas, pero me encontraba solo a unos metros de la cima. Tenía tanto frío que ya no sentía dolor, las lágrimas se me congelaban en las mejillas, había perdido un dedo del pie; y si no fuera por lo que me encontré ahí arriba podría haber perdido la pierna entera.
Ahí estaba, al borde del cráter, observando la pequeña fumarola. Con aún más esfuerzo bajé, resguardándome del implacable viento de esas altitudes. Busqué por todas partes. En algún lugar habría un interruptor o algo parecido que desactivaría la ilusión óptica que supuse que usarían para camuflarse a al humanidad. Pero estaba equivocado.
¡Era una puerta! Bueno, no como las entendemos nosotros. Una puerta a otra parte. ¡A su nave! Cerca de la fumarola había un conjunto de grandes piedras, formando algo parecido a un dolmen. Lo atravesé y fue cuando pasó. Una luz me cegó y ya no estaba en la montaña. Ese dolmen era su dispositivo de teleportación que llevaba directamente a su nave. Y me estaban esperando.
¡Ahí estaba! ¡Lo sabía! ¿Os lo dije o no? ¿Me creéis ahora? Mis hipótesis eran ciertas, sabía que algo raro ocurría en ese volcán, los datos solo vislumbraban parte del descubrimiento.
Me curaron, me alimentaron. Son criaturas hermosas, eso os lo puedo asegurar. No tengo tiempo para explicaros con detalle como influyeron en nuestra historia pero sí, lo hicieron. Odín, Quetzalcóatl, Zeus, incluso Jesucristo. Sí, sí, lo se. ¡Pero es la verdad y yo tenía razón! Eran ellos, siempre fueron ellos. ¡No me estoy inventando nada! ¿Cómo explicáis que me encuentre en perfectas condiciones después de meses? ¿O la información de mi GPS, las imágenes? Da igual, nada de eso importa, pero si debéis escuchar su mensaje: El juicio final, la limpieza, el Ragnarök… está cerca.