—Creo que esta noche va a haber lío. Si alguien se calienta después del partido, otra persona sufrirá las consecuencias. Saldremos por la zona del rollo, si a alguien del equipo contrario se le ocurre aparecer por ahí es bastante probable que haya pelea. Y si no, cualquier desgraciado acabará pagando el pato.
—Vale, gracias por avisar. Joder, tus amigos son unos bestias. Cuídate y si pasa algo me dices, para poder avisar a las patrullas a tiempo.
Alejandro guarda el móvil con el que acaba de escribir y recibir estos mensajes y sigue animando como si nada. Aparentemente nadie en la hinchada sospecha nada de él. Siempre es de los más valientes y parece tener una flor en el culo con la que salir airoso de todas las situaciones complicadas en las que se ven envueltos estos jóvenes cada dos findes.
Zaragoza-Osasuna con un 2-3 en el marcador final. El máximo rival chuleándose en nuestra casa y su hinchada, numerosa, dispuesta a seguir la mofa celebrando con un “olé” cada pase no interceptado.
Nada más salir del estadio un grupo de ultras locales se salta el cordón policial y comienza a agredir a los peñistas visitantes.
—Esto ha empezado ya, joder, tus compañeros no dan abasto, les van a dar hasta en el carné de identidad.
—¿Cariño? Espera… ¿tus compañeros? ¿Con quién se supone que estás hablando?... ¡Cabrón, nos has vendido!
Alejandro corre huyendo del estadio donde se está produciendo una verdadera batalla campal entre aficionados de ambos equipos y la policía.
Sus ahora ya ex- camaradas corren tras él, ahora es su principal objetivo.
Consigue parar un taxi, —A la comisaría de delicias, ¡rápido!
Saca su móvil y escribe: —Me han pillado, toda la operación al traste, te dije que whatsapp no era un buen medio, ¡joder!
Saludos Insurgentes