—El algoritmo indica que la situación es más preocupante de lo que imaginamos.
Matías Salazar era el presidente del club Bilderberg, aunque su expresión no parecía compungida. Contestó Eric Johnson:
—Tenemos que hacer algo. El planeta se convertirá en inhabitable en pocos años.
—¿Vas a estar vivo para entonces?—preguntó sonriendo Salazar.
—No, pero el planeta que vamos a dejar a nuestros hijos…
Dejó la frase en suspenso para crear conciencia. Eric Johnson. Sueco. Se alzaba a lo más alto de la lista Forbes. De los pocos en esa reunión de los más poderosos del mundo con algo de conciencia ecológica.
—Es cierto que si no hacemos algo va a ser demasiado evidente.—Francois Benoit, luxemburgués, pensaba algo más en el futuro que los demás. Era treinta años más joven que la mayoría—. Además, los científicos están que trinan. Alguno de los que no tenemos en nómina podría hacer saltar la liebre.
—Las imágenes que se están haciendo públicas de los polos derritiéndose son escandalosas—intervino de nuevo el sueco.
—Nuestros medios afines lo harán pasar por una anécdota.
Algunos rieron ante la ocurrencia. Otros, como Johnson, atónitos ante la poca muestra de empatía y solidaridad.
—No podemos desviarnos de la hoja de ruta que teníamos prevista—siguió Salazar.
—Debemos transformar el consumo de energía. No podemos tolerar más emisiones. Son casi dos grados anuales los que aumenta la temperatura—argumentó Johnson.
—Sí—interrumpió Salazar—, y dos ceros más en tu cuenta corriente cada año, que no es poco.
—Prefiero ganar menos—terminó Johnson.
Salazar lo miró serio. No le gustaba el cariz que estaba tomando la reunión. Miró hacia la puerta y entró uno de sus guardaespaldas.
Se acercó por detrás a Eric Johnson y le rebanó el cuello con un cuchillo.
—Podemos continuar—dijo Matías Salazar.