«Beltane»

– ¡La inquisición no sabe lo que hace! –gritaba una de las mujeres que estaba atada en la hoguera.

– ¡Cállate, esposa del demonio! –gritaba el sacerdote mientras miraba hacia la multitud que arrojaban cosas hacia las mujeres juzgadas –El hijo del panadero del pueblo ha hablado. Observó a todas estas mujeres en las montañas bailando al rededor del fuego, utilizando hierbas para sus hechizos satánicos y cantando en un idioma desconocido.

La gente del pueblo estaba eufórica, deseaban verlas arder. Mas entre toda aquella multitud, alguien veía aquello injusto.
Otra de las que estaba en la hoguera intentaba convencer al sacerdote de que no habían hecho nada malo.

– Solo festejábamos el comienzo de la primavera ¿Acaso eso es obra de satanás? 

El sacerdote se acercó a ella y le susurró que no, pero morirían por desobedecer a la iglesia por querer vivir sin dominación.
La muchacha lanzó una confesión.

– Te recuerdo que no querías matarme cuando viniste a pedirme ayuda.

Éste quedó callado, con el ceño fruncido encendió la antorcha. Estaba a punto de encender la hoguera, cuando un chico de la multitud interrumpió todo. Se acercó al sacerdote y le cogió de las manos.

– Tío por favor, estoy vivo gracias a ellas. Humillaste tú religión por salvarme. 

El sacerdote no quiso escucharle. Entonces el muchacho hizo una seña con la mano izquierda y de la multitud salieron varias personas encapuchadas. Golpearon al sacerdote y los que le acompañaban, empezaron a soltar a las supuestas brujas. Las personas aterrorizadas corrían hacia sus hogares a esconderse. Mientras que las juzgadas escapaban hacia las montañas.
Varios hombres iban detrás de ellas para matarlas, mas no llegaron a  cumplir la misión. Pues ellas habían saltado desde la montaña más alta. Donde vieron que después de su caída, cuervos ascendieron al cielo.