«Brunilda y los García-Figueras»

¿Melquiades García-Figueras?

Me tienes que estar vacilando.

Yo aquí jodida, trabajando para un colegio ultracatólico sin comulgar con los valores de la Iglesia. Rodeada de niños pijos que viven totalmente adoctrinados por sus padres en los ideales más conservadores. Con un claustro de compañeros puterobásicos que pasan su vida midiendo a ver quién la tiene más grande y compañeras de departamento que abrazan abiertamente el patriarcado.

Sí, estoy hasta el coño de trabajar en el Colegio del Santo Melón, pero puedo permitirme vivir siendo maestra. ¿Cuántas personas de mi edad viven con profesiones muy alejadas de su vocación frustrada?

Sé que soy una privilegiada. Si es que tengo mucha pasión y mucha hostia, pero es que es un García-Figueras.

Que el año pasado tuve en su clase a Beltrán y a Zacarías, y apenas alcanzaron a entender la Alegoría de la caverna, pero eso no es lo peor.

Necesito dos ansiolíticos. ¡YA!

¿Era necesario que, viviendo en Sevilla, nos encontráramos en el norte de Burgos?

La poza del kilómetro 6 de la carretera entre Santelices y Villarcayo parecía un sitio idílico para hacer topless.

Me tienen entre la espada y la pared, porque el pequeño me hizo una foto traicionera en la que se me ve con los pechos al aire.

O atiendo a su previsible chantaje, o me echan del colegio.

Pero sé que hay una tercera vía.

¡Vamos Brunilda, que tú puedes!