Bashira anda junto a su madre a marcha ligera, que es el modo habitual de desplazarse por Herat si eres una mujer. A pesar de los 45ºC, visten prendas oscuras. En la cabeza, un burka oculta su identidad.
— ¿Sabes qué fecha es hoy en Occidente?
—Ni idea, mamá.
—8 de marzo, del calendario gregoriano.
—Vaya.
—Es un día especial.
—¿Por qué?
—Se celebra el Día Mundial de la Mujer.
—¿Y eso para qué?
—Para recordar a todos que las mujeres tenemos los mismos derechos que cualquier ser humano.
—¿En serio tenemos los mismos derechos?
—A eso debemos aspirar.
—¿Y por qué venimos aquí? —dice señalando una plaza abarrotada de hombres barbudos.
—Dos adolescentes van a ser ejecutadas.
—¿Por qué?
—Tuvieron la imprudencia de bailar en TikTok con top y minifalda.
—¿Cómo se atrevieron? Yo no quiero verlo, mamá.
—Tranquila —asegura mientras aprovecha la discreción del burka para comunicarse con alguien vía móvil.
—¿Qué dices, mamá?
—No hablaba contigo—dice mientras se abre la túnica.
—¡Tienes cremallera!
—Escúchame bien: dentro de nada, la plaza será un lugar más peligroso. Tú irás a aquel portal, donde una amiga te cobijará.
—Tengo miedo.
—Te he traído para que nadie te tenga que contar una historia falsa.
Ambas se abrazan, con las lágrimas de Bashira mojando el rostro de Najla. Después, la niña sigue las indicaciones y, a continuación, Najla dice “¡ahora!”. Más de cien mujeres cambian el paso timorato de siempre por una zancada decidida que deja asomar botas militares. Se abren las cremalleras para preparar los subfusiles ametralladores. Llegan al centro de la plaza, circundan a las dos adolescentes y empiezan a disparar sin miramiento. Cuando todo enmudece, se desperdigan, entre un mar de cuerpos, con el paso timorato de siempre.
—¡Mamá! ¿Se enfadaron los hombres malos?
—No tuvieron tiempo, vida.
Saludos Insurgentes
Hay un par de momentos muy "¡boom!" que le dan aún más potencia al relato