«¿Culpables nosotros?»

Terminamos así, esposados y sacados de nuestra casa a la fuerza. Los vecinos nos observaban despectivamente y nuestra única salida era agachar la cabeza.

Después de ser acusados de asesinar a mis propios padres, mi novio Adrik y yo, solo tuvimos tiempo de huir. Él tenía muy claro que éramos inocentes y que la justicia nos tendería una trampa sin siquiera ser los culpables. Solo podíamos escapar, pero lamentablemente la policía se presentó en nuestra casa, supuestamente después de haber recibido una llamada anónima diciendo que íbamos a huir. 

Pasaron los días y por sorpresa, quedé libre de cargos. Resultó que yo no tuve nada que ver con el asesinato de mis padres, sin embargo encontraron las huellas de Adrik en el arma del crimen. Una escopeta de profesional, una que solo un cazador podría tener y él era cazador.
Quedé estupefacta ante la noticia y lloré desconsoladamente ante el juez, el día del juicio de mi novio.

Sentenciaron a Adrik culpable.

Horas antes de que ingresara en prisión, con cadena perpetua, por asesinar a la pareja de empresarios más ricos de todo el país, el juez le permitió despedirse de mí.

—Mi amor, yo no fui, tienes que creerme. Jamás asesiné a tus padres.— me dijo desesperado.

—Lo sé. Tú no los mataste.— le contesté seria.—Lo hice yo. De todas formas, gracias por hacerte pasar por el culpable. Ahora tengo toda su herencia para mí. De no ser por ti, no lo hubiera logrado.

Salí de allí antes de que reaccionara ante la información. Y es que mis padres iban a desheredarme por matar a mi hermano para no repartir la herencia y no tuve otra opción. Al fin y al cabo ni siquiera los quería, ni a ellos, ni a mi hermano, ni al tonto de Adrik. 

Lo único que quería era dinero