No respondí. Simplemente no respondí.
Me quedé pensando que habías querido decir. Estábamos hablando en broma y de repente estas palabras. Me dejaron congelada. No supe que responder.
La conversación empezó ante la extraña imagen de una tostadora reposando apacible sobre un banco del camino en un raro atardecer a finales de marzo. Broma va, broma viene terminó con esas palabras. Propusiste que nos entrásemos dentro a ver qué encontrábamos. ¡Qué ocurrencia!
Hacía semanas que no hablábamos. El invierno oscuro y largo del norte nos había apartado y, ante tan descomunal imagen, decidí escribirte.
Ya no sabía cómo empezar una conversación contigo. No había encontrado excusas suficientes para romper el hielo. Y ahora, el aparato abandonado me daba una oportunidad en ésta incipiente noche de primavera.
Le tomé una fotografía y la envié acompañada del siguiente texto: "¿A quién estará esperando?"
No tardaste dos minutos en responder. Con un chiste, por supuesto. Respiré aliviada al notar el tono de la respuesta. La pobre máquina nos dió tema para unos cuantos mensajes más:
- A lo mejor nos lleva a pasear por el tiempo. A lo mejor es una dedicatoria total para nosotros.- dijiste.
- Una dedicatoria...¿O un epitafio?- Esa atmósfera primaveral en medio del todavía sombrío invierno me tenía cautivada.
- Bueno, tiremos por el epitafio entonces. Mucho más eterno, ¿no?
- Y definitivo...
-Seríamos definitivos...¿Estarías de acuerdo?
Estas palabras pusieron fin a la tan ansiada conversación. Quedé estaqueada en medio del rústico sendero que recorría a diario.
¿Qué significaba "ser definitivos" para ti? ¿Qué interpretación le podía dar a tus palabras? ¿Eran invitación? ¿Eran metáfora? ¿Eran reales?
Aún hoy no sé que eran. Lo que si sé, es que fueron las últimas. La primavera no volvería nunca más, sepultada en mi cobarde silencio.



Original y con frescura, la fotografía remata su esplendor.
Saludos Insurgentes
Saludos