Siete de la tarde. Carmen vuelve a casa tras una ‘manifa’ de más de dos horas. Deja la pancarta en la mesa del salón, donde está Tom, su marido, mirándola en el sofá con el desprecio de hace ya tiempo. Esta vez no se quedará callada.-
¿Pretendes que sea como tú? Lucho por lo que me parece justo. Como siempre hemos hecho juntos, ¿o no te acuerdas? Mírame a los ojos, Tom. ¿En qué te has convertido? ¿Qué planeta quieres para él, Tom?
Tom, que no se esperaba que su esposa le gritase así, se levanta del sofá para irse. Lo primero que le sorprende al salir a la calle es el sol. 40 grados marca el símbolo de la farmacia. En septiembre y en el norte. Y sin quererlo, se encuentra con <>.
22 de junio del año 2003. Se iba a marchar a casa, cuando de repente ve a aquella chica entrando por la puerta. Pelo teñido de azul, corto. Bajita, con una sonrisa tímida pero que se deja notar. Piercing en la nariz y tatuajes. <>, pensó. Su amigo Luis se dirigía hacia ella con la libreta de siempre a darle la típica charla de bienvenida para captar a nuevos miembros, cuando se acerca para pedirle que le dejase a él. La ambición de aquella chica y su espíritu revolucionario fueron los que lograron que Tom continuase con ganas de luchar en un momento en el que se planteaba abandonar.
Sin disimular las lágrimas, vuelve a casa. Abraza a su mujer, que sigue en el salón.
-No se cargará ni el planeta ni lo nuestro –le toca el vientre.