-Mira abuela, he cogido estos dientes de león para pedir un deseo, que te pongas buena y estés muchos años conmigo.- Dijo Lucía sentándose a su lado en el patio.
Juntas se cogieron fuerte de la mano, cerraron los ojos, pidieron sus deseos y soplaron esas plantas mágicas esperando que sus peticiones se cumplieran.
Esa misma noche, la enfermedad se llevó a Carmen y Lucía se quedó desolada y sin su persona favorita en el mundo. Fueron los peores momentos de su corta vida, saber que no volvería a sentir los mejores abrazos y besos que nadie más podía darle le hizo sumirse en una profunda tristeza.
Pasaron los días como quien vaga por caminos perdidos sin rumbo, la alegría se había esfumado para no volver, o eso creía ella; hasta que una noche todo cambió. Volvió a sentir la ternura de su abuela acariciando su mano mientras le susurraba al oído que ya era hora de volver a sonreír y que, al amanecer, debería mirar por la ventana para comprender que, aunque no podría verla ni abrazarla siempre estaría a su lado.
Un sueño que parecía demasiado real y que hizo que, esa mañana, Lucía se despertara más animada.
-Dicen que cuando sueñas con un ser querido fallecido significa que ha venido a visitarte para seguir demostrándote todo su amor y cariño.- Le explicó su madre acariciando su ondulado cabello pelirrojo.
Y cuál fue su sorpresa cuando, al mirar por la ventana tal y como la abuelita Carmen le había pedido en su sueño, descubrió que su jardín se había inundado por cientos de dientes de león.
Nuestras semillas, que volaron cuando juntas soplaron y pidieron sus deseos, hicieron magia; Carmen no se marchó del todo y Lucía sentiría por siempre el amor de su abuela.
Una estupenda forma de enfocar la pérdida de un ser querido.
Enhorabuena compañera!
Saludos Insurgentes