—¿Sabes? Creía que te conocía. Nunca imaginé que yo hubiera sido tan importante en tu vida para que escribieses un libro sobre mí—le dijo él mientras ella, sentada detrás de aquella mesa de la librería Callao, le dedicaba su libro.
—Toda la gente que he conocido ha dejado siempre su impronta. Unos más que otros claro está. Pero tú sigues igual de engreído y prepotente que cuando tenías quince años. Pensaba que los años te habrían cambiado.
—¡Ja! Habló la sabelotodo. Al final has llegado lejos. Tú oratoria y tu imaginación te han forjado un floreciente futuro, aunque siempre pensé que lo utilizarías más en el campo de la política que en escribir novelas románticas.
Berta era una conocida escritora que en tan solo cinco años había escrito seis libros de los cuales uno se había convertido en "Best seller" en menos de un mes. Justo era ese, el que estaba firmando en aquella conocida librería de Madrid: “Donde nos lleve el viento”
— Creo que no deberías hacerte tanto el importante y seguir caminando. Ya tienes tu firma—dijo mientras le devolvía su libro ya firmado—. Estás entorpeciendo la cola.
Se había hecho tarde. Berta salió de la librería satisfecha por su existo. Carlos la esperaba en la puerta, apoyado sobre una moto negra de gran cilindrada. Llevaba un casco en la mano y se acercó a ella.
—Toma, póntelo.
Berta sintió como se le acaloraban las mejillas, igual que cuando se sentó junto a él el primer día de clase. Habían pasado casi dos décadas desde la última vez que se vieron y seguía sintiendo mariposas en el estómago con su sola presencia.
—¿Dónde vamos?—preguntó curiosa.
—Donde nos lleve el viento—contestó él seguro de sí mismo.
Saludos Insurgentes