8:44 La luz del sol atravesaba la persiana creando un entramado de líneas sobre la espalda y el pálido culo del hombre. Se trataba del gerente de mercadeo de una empresa de seguros afincada en el piso 93 del WTC. Su secretaria, tumbada de cúbito abdominal sobre el escritorio, fingía gemidos lastimeros mientras él la acometía con menos cariño que el que había demostrado Berlín a la idiota de Ariadna Cascales en LCDP.
8:45 Un extraño sonido, como un rugido in crescendo, comenzó a inundar el ambiente. A medida que el ruido aumentaba los cristales comenzaron a vibrar sin que esto detuviera al hombre en lo que, ya de por sí, se había convertido en su rutina de los martes. Ella, al percatarse de que algo no andaba bien, y que la agitación no provenía del rechoncho corcel que la montaba, decidió girar la cabeza hacia el ventanal que mostraba una parte de la torre norte.
8:46 Un relámpago plateado pasó delante de sus ojos para luego, en menos de un parpadeo, convertirse en una supernova. La fuerza de la explosión destrozó los cristales de la oficina. Una ola de calor se apoderó de sus pieles, sin quemarlos, pero sí con la suficiente temperatura para anular de un tajo la que ardía entre ellos. Sin darse cuenta se pusieron de pie, mientras el humo y un fuerte olor a queroseno atestaban la pantalla de cine que se había levantado enfrente de sus horrorizados rostros.
8:47 La puerta de la oficina se abrió de golpe. Tres mujeres y dos hombres entraron y se colocaron al lado del gerente y la secretaria. A ninguno pareció incomodarle que los pantalones de su jefe estuvieran abajo. Lo que arrebataba su atención en ese momento era el infierno que se había desatado al otro lado de la ventana.
¡Muchas gracias! 🙂