«Duración»

¿Cuánto dura una sonrisa? ¿Y una mirada? ¿Puede, acaso, algo durar más y menos? No lo sé, sólo recuerdo tu mirada, cómo transmitía esperanza, vigor, valentía y, sobre todo, amor.

Nunca habrá otra mirada como ese instante infinito en el que compartimos risas, llantos, atardeceres, camas deshechas e infinidad de cosas que la brisa se llevó.

Mirada, ¿Qué más puedo pedir? Que vuelva. Vuelve, mírame, dame la vida y la paz con una sonrisa, con una mirada capaz de remover mares y montañas. Vuelve, regálame una mirada más, sólo una más, pues se me olvida, se va, huye, como te hicieron a ti. Dame una, regálamela, aunque tenga que pagarla por toda una eternidad, ofrécemela para que nunca pueda olvidarte. Necesito ese verde, ese violeta, ese rojo, lo necesito, vuelve conmigo una última vez, aunque sea en sueños dame una mirada de un año ¿Lo harás? ¿Puedes hacerlo? ¿A quién he de convencer, orar o suplicar? ¡Dímelo y siempre te tendré conmigo! Por favor.

-Nicandro, ¿me ves? Ha vuelto Violeta con sus ojos verdes y violeta. ¿Me ves? Estoy en tu sueño, es lo último que puedo hacer. Mírame, cariño. Por siempre y para siempre, contempla mi mirada, mis ojos parlantes, mis largas pestañas, mi desbordante iris. ¿Lo ves? ¡Mírame! ¡No, no te despiertes! Duerme en esta mirada, aunque no la necesitas, el hospital acogió todas nuestras vistas, tus innombrables esfuerzos. Nunca olvidaremos los ojos, los otros azules y naranja. Con tu inquebrantable amor en tus pensamientos te miro una última vez. Me voy, pero a tus ojos, a mirar nuestros destinos. Adiós, Nicandro, se me cierran las celestes puertas, pero nunca tus luces. Te quiero, vive por nosotros.

¡Violetaaaaaaaaaaa! Te quiero como el día de ayer y el de mañana.