Siempre supe que sería recordada, lo que desconocía es la forma en la que mis días terminarían. Presa con un vaso de agua, un mendrugo de pan y los ratoncitos de la cenicienta haciéndome compañía.
El pueblo reunido observándome, como si de mí fuese a salir algún extraño ser endemoniado. El verdugo prepara la hoguera, e ignora que no la necesito, todo lo que hay en mi interior es fuego y coraje.
Recuerdo dónde empezó todo, recuerdo como disgustaba mi forma de vivir, enseñaba a los niños y niñas a leer y escribir. Muchos contrarios a ello, cuando un niño se educa dejan de tener tiempo para trabajar y eso no era bien recibido. Tampoco puse mi esmero en agradar a la multitud, y ahora pago el precio de ello. Aquel día terminó y mi clase, un hombre apareció y lo demás como se dice es historia. Después vino una acusación de brujería el motivo “Ella me provocó y me sedujo con un hechizo, es una bruja”, cuando quise defenderme los grilletes eran parte de mis muñecas, y el pueblo entero codicioso de presenciar un nuevo juicio.
Y ahora estoy aquí, muchos esperan de mí miedo, pero mantengo la mirada alta, sin un ápice de temor preparada para responder a las preguntas del juez que dicta la sentencia y el verdugo que lo acompaña con el fuego listo. Y tras la pregunta - ¿Cómo se declara? -, respondo, - Culpable y nunca jamás me arrepentiré mi voz será escuchada hasta mi último aliento, y hoy pago por la valentía de mis actos y los crímenes de otros-.