«El guardián menos valorado.»

Soy un guardián encargado de una difícil tarea, pero muy pocos la aprecian. Soy verde y esponjoso y comúnmente se me conoce como Moco. Mi trabajo consiste en impedir que entren partículas dañinas al humano al que protejo.
Pero a él parece molestarle mi mera existencia. Pues en su niñez bien que nos comía. No sé de que tenía hambre, si estaba rechoncho como un globo. ¿Qué culpa tengo yo de cumplir con mi trabajo?

Parece ser que todo el mundo me odia, pero su verdadero problema es que son todos unos ignorantes. La mucosidad que formamos mis compañeros de empleo y yo es la barrera que permite estar a los delicaditos de los pulmones libres de la mayoría de porquería que transporta el metomentodo del aire. Pero claro, somos feos, somos viscosos y a veces incluso acuosos. "¡Son asquerosos!" Pues algunos nos consideran sabrosos...

Si en este mundo dejasen de mirar tanto la estética y se centrasen más en la realidad, no estaríamos al borde de la destrucción. Debemos estar unidos. Todos los organismos del universo. Alcanzar una meta común. Pero no, a ellos solo les preocupa lo incomodo que es tener que llevar pañuelos en los bolsillos, lo desagradable que es la irritación en la nariz y lo extraño que es no poder detectar los olores bien. Estoy cansado...

- Cariño, ya estás otra vez con tus teorías. Debes descansar, hoy tienes turno de noche.
- Moquita, un día deberíamos irnos y no volver. Bien que nos echarían en falta cuando empezasen a entrar todos esos virus y bacterias por la nariz. Son unos desagradecidos.
- Son seres humanos, ellos nunca valoran hasta que pierden algo.
- Eres toda una poeta.
- Y tú un filósofo...venga, ¡a dormir!
- ¡Sí, señora!