Se deja envolver por la música mientras baila con movimientos eléctricos.
Todos dicen que es el heredero; el futuro rey del pop, aunque su trono no está en la pista de baile sino sentado tras el teclado.
El propietario del pub le ha preparado un pequeño reservado en un rincón cerca del piano. Sabe que ella está a su lado, puede sentir su aroma. El mismo que percibió en el hospital el día que se conocieron. Poco después de su accidente.
Ella le dejó palpar su cara; nunca olvidará ese momento: la parte izquierda suave y cálida como la arena de las playas mediterráneas, la derecha salvaje y agreste, como las montañas de Escocia. Él era el único que no la veía como un monstruo desde que el incendio destrozó parte de su rostro cuando regresó para rescatar del infierno a su hermano pequeño.
Se acerca, le toma de la mano y le dice al oído "ya es la hora". Le acompaña hasta que sus manos alcanzan el piano. A partir de ese momento se convierte en el dueño del escenario. El silencio se abre paso entre el bullicio cuando acerca los labios al micrófono.
- Esta mañana hemos recibido la triste noticia. Le conocí a los ocho años, justo después del accidente en el que perdí la vista. Visitaba a los niños del hospital y, al conocerme, lloró. Me regaló estas gafas. Desde entonces, me las pongo cada vez que me siento al piano. No sé qué es lo que él habría querido, pero esta noche vamos a celebrar que existió disfrutando de su música.
La ovación de los asistentes ahoga el mágico sonido de los primeros acordes de rocketman.
Las gafas lo delatan... je,je,je.
Saludos Insurgentes.