—¿Quién es ese que llena con su nombre
estos corazones de tiza?
—¿Quién sois vos para borrarlos
esparciendo de la estufa la ceniza?
—Soy yo, el Don Juan de tus sueños—dijo él
—¿Tan “pecotoso” y “blancuzo”?—preguntó ella—.
Jamás de mi corazón serás dueño
—Habló la fea engreída,
tan terca como una mula
que con una mecha caída
el entrecejo disimula.
—Si yo me pinto y me acicalo,
en señorita me convierto.
Pero con ese tipo desgarbado
tú ya no tienes arreglo.
Sale la luna, y el cielo se llena de estrellas,
mientras Don Juan en la esquina la espera.
—¿Dónde va mi Doña Inés tan zalamera?
—A ver mi Don Juan a la vereda
Corre el tramposo a su encuentro,
escondido detrás de un almendro,
mientras la joven muchacha se acerca
y en la mejilla le regala un beso.
El la aprieta fuerte por la cintura
y de su boca salen unos versos,
Ella sonríe y se sonroja.
—Este es el Don Juan que yo quiero.
Saludos Insurgentes