Que le diría a mi familia, cuando le dijera que me acaban de suspender en el cuerpo de policía por posesión ilícita de drogas. Después de diez en el cuerpo.
Todo sucedió dos horas después. Cuando llegué al bar de la calle jabonerías, el turco me esperaba de espaldas echándole a la máquina tragaperras. Era mi topo entre los que trapicheaban, el que me ayudaría a coger al Cortes, el mayor traficante de cocaína de la costa.
Yo me senté en la barra, y él estaba detrás.
- ¿Sabes algo? -le dije tomándome un café
- Esta noche descarga de blanca en el puerto al alba.
- ¿Estás seguro? La última vez no aparecieron.
- Es que la otra vez no alcance a oír bien y no fue en ese puerto. Hay algo más… pero necesito que me hagas un favor.
- ¿Qué tipo de favor turco?
- Agente tiene que llevarle heroína a mi hija a la cárcel.
- No puedo jugarme mi placa.
- Está enferma, no sé cuánto va a durar. Agoniza por la droga, me lo han dicho los que tienen contacto con los de ahí dentro. Por lo menos que esté en su cielo lo que le quede. El sida la está matando.
-Tú estás loco ¿Quieres que me echen del cuerpo?
- Pues no tengo nada más que decir. Me voy.
- No te muevas, se la llevaré como sea. Canta.
- La droga va a ir debajo del pescado que descarguen.
- Turco, si me pasara algo por el lio que me voy a meter. Si quieres seguir con vida. Tú y yo no nos conocemos. Adiós.