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Alvaroguitar182

«ESCRIBIR»

904 palabras
7 minutos
78 lecturas
Reto creativo «Escribir es invitar»
🏆 Fantasea sobre la vida de un autor o autora que convierte en best seller su ópera prima.
Fugaz era, el estruendoso clamor de la gente ante los oídos de Mario, nada acostumbrado a los aplausos y gritos de júbilo por parte de sus más recientes admiradores. Las luces de las cámaras, serpenteantes y explosivas en sus retinas, no le permitían vislumbrar con claridad, lo que, hasta ahora, resultaba un paseo ajetreado.

Ser novelista no resultaba ser como él había imaginado en sus sueños más profundos. Siempre admiró a todos aquellos escritores, consumidos por el tiempo a su paso. Ahora, él era uno de ellos, pertenecía a aquel selecto club, pero no sentía aquello en absoluto. Muy dentro de su ser podía ver y admitir con claridad que él no merecía tal puesto. La imagen añeja del escritor con su bebida alcohólica preferida, sus cigarros y su propia compañía no era más que un recuerdo de una vieja ilusión ahora ya perdida. Todos le advirtieron, además, que en estos tiempos, pocos son los afortunados que puedan vivir de sus palabras. Mario se había aferrado a aquella idea y lo que menos podría llegarse a imaginar, es que uno de esos afortunados, llegaría a ser él. Conferencias, ruedas de prensa, firmas de libros... ¿Cuánto llevaba sin ver a sus padres? Aquella pregunta se sumergió en lo más profundo de su mente, allí quedó resonando durante un tiempo. Pero, ¿Cuánto tiempo? Mario comenzó a dudar del tiempo que había pasado desde el lanzamiento de su primera obra, la que había tenido tanto éxito. No lograba recordar de que iba, ni porque fue tan exitosa. ¿Había publicado algo más desde entonces? ¿Qué cantidad de tiempo determinaba ese entonces?

Abrió los ojos y se encontró en una habitación anaranjada, el sofá donde se encontraba sentado, era un sofá de terciopelo rojo. Le dolía la cabeza, y, aún más, si mantenía los ojos abiertos mucho rato. Volvió a cerrarlos, entonces durmió. Entró en un profundo sueño. Tan sólo oscuridad, por más que caminara hacía delante, tan sólo oscuridad. Un pequeño punto de luz comenzaba a revelarse a lo lejos, entonces corrió hacía él, sus piernas pesadas impedían una carrera ligera, pero cada vez estaba más cerca, y al final, llegó. Y se encontró consigo mismo, sentado en un escritorio, con los brazos en posición de escritura. Cada vez que intentaba leer lo que escribía algo se lo impedía. Si quiera pudo reconocer su rostro al girar el tipo hacía él. Tan sólo borrones, y de nuevo, oscuridad.

Se despertó en un callejón, era de día, a su lado, un montón de cubos de basura a rebosar. La calle entera apestaba, demasiada basura bajo el sol. Mario, más relajado, se encendió un cigarrillo, le dio un par de caladas y comenzó a caminar. Las calles eran desiertos de asfalto, ni un alma a la vista. Continúo andando, el sol le impedía ver el horizonte con claridad. Buscó en sus bolsillos algunas gafas de sol sin un resultado optimo. Un chirrido se acercaba desde lo lejos, lo escuchaba, le ponía los pelos de punta. Quiso correr, miró al suelo y sus pies no se despegaban del mismo. El chirrido se transformó en un gran estruendo, y con él la imagen de una gran multitud de personas corriendo en su dirección. Se quitó los zapatos y comenzó a correr sin mirar atrás. No paraba de preguntarse porque había tenido tanto éxito su novela, y porque no recordaba si quiera de que trataba. Él era el escritor, sin embargo, tras tanto tiempo, se hizo la gran pregunta: ¿Lo era? Recordaba haber pasado meses enteros delante de la máquina de escribir, es más, recordaba teclear cada una de las letras con las que conformaban las frases de su opera prima. Pero no recordaba nada útil respecto a la trama o personajes. ¿Y porque todo avanzaba tan rápido?

Entonces, se desmayó, y de nuevo se encontró en la oscuridad absoluta, y comenzó a caminar otra vez por ella. El pequeño punto de luz volvió a aparecer frente a él a lo lejos, tras este, volvió a encontrarse a sí mismo frente al escritorio. Siguió sin poder ver su rostro ni el libro con claridad. Comenzó a llorar, quería que todo parase, su vida no era la misma desde aquel maldito libro. No tenía un momento de tranquilidad, un rincón para sí mismo, nada. Lo único que le apaciguaba era lo que le aportaba aquel manto profundo de oscuridad. Deseaba no haber escrito nada nunca, lo pedía con todas sus fuerzas, quería volver atrás.

Una voz de mujer repetía una y otra vez : ‘’Mario despierta, despierta, por favor’’, tras esto notaba como caían, golpeando, lágrimas en la piel de su brazo. Se frotó los ojos y pudo ver con claridad. Los abrió de par en par y se encontró frente a su escritorio, y en la máquina de escribir un folio en el que se encontraba escrito tan sólo ‘’CAPÍTULO 1’’. A su lado, encontró a su madre llorando muy asustada.

— Oh, Mario, cariño mío, has despertado. Estaba muy angustiada, que susto me has dado. — dijo la madre.

— ¿Qué ha pasado? — preguntó Mario.

— Te quedaste sin respirar durante unos momentos, ay Mario... — comenzó a llorar de nuevo. — Siempre tan estresado con el maldito libro... ¡Te va a matar ese dichoso libro del demonio! — gritó.

Mario la miró fijamente, la abrazó, besó y tras esto se giró de nuevo hacía la máquina de escribir.

— ¿Se puede saber qué haces? — preguntó su madre.

— Escribir, mamá, escribir
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Alvaroguitar182
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Lucia F.S.
05 sept, 03:31 h
Con respeto, la primera coma creo que no va. Hay varios usos extraños de las subordinadas. Mucha suerte!
Yolibreandohistorias
06 sept, 01:09 h
El título es muy original 😅
¡Te va a matar ese dichoso libro del demonio! Me encantó 😜
El Samu
07 sept, 01:52 h
La idea es muy buena, y el final me cogió por sorpresa. De destacar algo por mejorar, serían los signos de puntuación, que en general no encajan del todo. Por lo general, buen escrito.
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