«Esquemas»

Se ha puesto de moda ir a la montaña para descansar de la ciudad y de la actividad humana tan exigente. Pero pocas personas se atreven a subir a lo alto de los volcanes además de no tener el permiso. Por lo general, me han dicho que el peligro es algo que debe ser evitado. De ahí varias de las leyendas y mitos que han asociado el fuego de los volcanes al enfado de los dioses. Todos los veranos me he entretenido en el campo mirando las nubes y creyendo ver dragones y deidades pero sabía que todo eso solo se encontraba en mi cabeza. Llegué a la adolescencia y perdí mi capacidad de imaginación. Me dije entonces que era propio de crecer pero aun así he vuelto a mi pueblo para poder rememorar el vago recuerdo de que en algún momento, llegué a imaginar tantas cosas en espacios tan vacíos y neutros. Fue entonces que asistí a una clase de Ciencias Naturales donde aprendí que el mundo consistía en placas tectónicas y que en algunos casos, sus diferentes movimientos daban lugar a las erupciones volcánicas. Me aficioné a dibujar esquemas de erupciones desproporcionadas y la profesora me reñía sin descanso yendo cada vez a más. Finalmente me frustré a tal punto que mis proyecciones de sus proyectiles de lava acabaron siendo enormes. Pregunté en el baño de las chicas sobre la leyenda no escrita que corría en las aulas bajo el nombre de La frustración mejor en secreto. Sé que no veré lo que veía antes, pero por lo menos, puedo dibujar aquellas cosas que nadie ve. Son desproporcionadas, como los poderes de los dioses.