En un lugar de Véneto, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un oficial de policía, apasionado y de armas tomar. Renzo Favaretto trabajaba en la división de combate al narcotráfico porque, según la estadística, allí se daban la mayor cantidad de enfrentamientos armados.
Ese año hubo un operativo inolvidable, tras varios meses de investigaciones que buscaban desmantelar una red de tráfico de drogas y trata de blanca, las cosas se salieron de control y la violencia escaló. Favaretto recibió un balazo en un brazo y se salvó, por poco, de una explosión. Luego de eso se negó a volver a salir a la calle.
En el enfrentamiento perdió a Giulietta. El vacío que le había dejado le pesaba como grilletes de hierro, y parecía arrastrarse desde su casa hasta la Stazione.
Su jefe le dio un tiempo prudente para superar el incidente, pero empezaba a perder la paciencia.
-Bueno, Favaretto, ya han pasado varias semanas, te quiero de nuevo en acción.
-Habrá que ver cómo, porque no tengo compañera.
-De eso quería hablarte, la Giullia te está esperando.
- Giulietta me acompañó más de 10 años, no puedo reemplazarla así como así, necesito tiempo.
-Por el amor de Dios, era sólo un auto. ¡Una patrulla!
-Si, una Giulietta Alfa Romeo QV de 240 caballos. - dijo mientras se levantaba y caminaba lentamente hacia la puerta. Al irse escuchó al jefe levantar la voz
-Se me acaba la paciencia Favaretto, te trasladaré a Archivos..
Saludos Insurgentes