La noche era negra y yo me encendí un cigarro debajo de la luz de la única farola que alumbraba el callejón. Unos pasodobles se acercaban desde la otra parte de la estrecha calle. Uno de los pasos se quedó detrás de un coche mal aparcado y el otro se acercó a mí.
- ¿Qué tal andas de los ojos Peter? - me preguntó el segundo pasador-- He forzado mucho la vista, necesitaré unas gafas.
- Si me dices qué letra ves aquí…
- La O.
- ¿Y esta otra?
- La K.
- OK.
Se fue y le fui perdiendo de vista mientras se adentraba en las sombras.
Oftalmólogos…
Nunca acabas de conocerlos.
Saludos Insurgentes