Cruzamos el umbral de la emoción y con una simpe rúbrica sentenciamos el futuro.
Nos volvimos propietarias, dejamos de ser inquilinas.
Nuestro hogar, nuestro lugar
albergando nuestro sino.
La vida nos daba un giro y nos ponía en el camino
un nueva aventura que se convertía en la locura
de decorarlo con el mimo de quien diseña el destino
llenarlo no solo de cosas, sino de vivencias valiosas.
Y entrando ya por la puerta, bien cogidas de la mano,
supimos que aquel futuro nos había llegado con apuro.
Con la paciencia de un santo y el poco dinero del banco
hicimos que cuatro paredes se convirtieran en la morada
de quienes viven enamoradas .
Belleza en los versos.
Saludos Insurgentes