Sé que hoy se acerca mi final. La leña se apila en la plaza esperando paciente la celebración del juicio. El cazador de brujas es implacable en su trabajo. Los jueces también. Primero fue mi ayudante y luego vinieron a por mí. Mi arresto se produjo una cálida noche de verano de madrugada tras un baño bajo la luna llena. Sé que confesaré bajo tortura. Solo espero que cuando me aten a la silla y me sumerjan mi corazón deje pronto de latir y mi cuerpo se hunda para que las almas de mis torturadores se mortifiquen. De nada servirá declararme inocente. Lo descubrirán sus ojos en el infierno.
La muchedumbre ya huele a muerte.