«KO»

Los brazos sudorosos apenas se sujetan en la esquina del ring. Cada poro de mi piel gotea el ego de una vida llena de golpes, dentro y fuera del cuadrilátero. Algunos te hacen ganar trofeos y dinero, otros te hacen perder dignidad y amor. Un cuerpo herido se viste de cicatrices, pero mi alma herida siempre estuvo desnuda tras de mis guantes. Solo dos golpes me separan de la victoria en este asalto, pero aun no he ganado el combate de mi vida. Es hora de acabar con mi oponente, mi orgullo desmedido y mis músculos indiferentes. Abandono mi esquina y me dirijo al centro, no solo del ring, sino de todas las miradas de los que han pagado por jalear a mis pretensiones. Mi oponente a duras penas llega al borde de mi presencia, cuando me quito los guantes ante su atónita mueca de incredulidad. En ese momento derrotó a la violencia recibiendo de su parte el último golpe de mi carrera. Desde el suelo observo su mano levantada por el KO de la victoria. Pero para mi todo empieza de nuevo, cuando miro alrededor y observo que las cuerdas del ring han pasado a ser la partitura de la nueva canción de mi vida. Por fin he roto las ataduras de la violencia.