Diario secreto
Día 1. Me integro a la expedición científico-militar que escalará el volcán Vitrubio en la búsqueda del mensaje divino. Mis conocimientos de geología servirán para suplantar a la investigadora Minerva Wollstein sin levantar sospechas.
Día 2. Un vulcanólogo británico empieza a mostrar interés por mi persona, más allá de mi supuesta labor. Decido seguirle la corriente.
Día 3. Entre los expedicionarios, hay un monje tibetano que me mira con recelo. Es la referencia espiritual del grupo. Duermo en la tienda del británico.
Día 4. El vulcanólogo es pura pasión; incansable. A la mañana, cuando echo a andar, las piernas no me responden.
Día 5. El monje me lleva a un aparte para decirme que oculto algo. Lo niego pero afirma haberme visto el aura y eso no engaña.
Día 6. El monje se despeña por una pared de cien metros. La gente está consternada pero doy un discurso inspirador acerca de lo que él hubiera querido de nosotros. Quedan convencidos.
Día 7. Durante la noche, la tierra tiembla y mi amante ha perdido la libido por unas horas.
Día 8. El frío es severo y respirar se vuelve una proeza. Avanzamos muy lentamente.
Día 9. La cima parece inalcanzable. Un coronel que siempre iba callado resulta ser un pastor presbiteriano. Nos conmina a hacer un extraño rito.
Día 10. Mientras prosigue la escalada, el pastor entona oraciones, entrecortadas y jadeantes por la falta de aire, como me pasa con el vulcanólogo por las noches.
Día 11. Los temblores son insistentes. Ya no hace frío.
Día 12. Coronamos justo cuando del cráter sale humo. El pastor entra en meditación mientras el resto está asustado.
Día 13. Empezamos a descender rápidamente sin que el pastor suelte prenda. Un año puliendo mi acento termina en la basura.
Día 14. Una explosión brutal echa lava cerca de nosotros. Antes de morir carbonizados, hay un último polvo.
Buen relato
Saludos Insurgentes.
Enhorabuena