«La invocación»

Estamos en 1986, en la mansión de Frederick Burguess. Él junto a su fiel amigo Aleister Hathaway —también mago de la Orden de los Antiguos Misterios— se disponen a realizar una hazaña jamás conseguida: invocar y capturar a "La Muerte".
Tan solo Roderick Burgess —antiguo Mago Supremo de la Orden y difunto abuelo de nuestro protagonista— intentó llevar a cabo tal hazaña, con fatal resultado para el mundo.
Los materiales están preparados, el círculo rojo pintado rodeando la jaula y el grimorio abierto por la página adecuada.
Tras recitar las palabras comienza a formarse una nube de vapor dentro del acristalado armazón. Chispas y rayos centellean; truenos ensordecen los oídos de los dos amigos, que cubren sus orejas y aprietan los párpados para soportar tal cantidad de luz.
Después del caos, se hace el silencio.
El humo se desvanece poco a poco, entreviendo una figura dentro de la jaula. La miran con júbilo, seguros de consagrarse como los más poderosos magos de la historia.
Un etéreo fantasma, con rostro joven y enternecedores ojos se les queda mirando fijamente.

—¡Hola, soy Casper! —dice tras colarse por una minúscula rendija y plantarse frente los dos. —¿Quiénes sois vosotros?

Poniendo los ojos en blanco, Frederick comenta a su compañero:

—Otra vez mal... no funciona como esperábamos... a este paso vamos a traer a todos los entes del más allá. Al menos este parece simpático...