Puntos y rayas - N. de la Flor Ruiz
N. de la Flor Ruiz

«Puntos y rayas»

721 palabras
6 minutos
27 lecturas
Narración de suspense: Un resplandor intermitente en una ventana solitaria, un edificio que sólo cobra vida cuando el reloj marca las doce. ¿Qué secretos esconde este lugar en las horas en que el mundo duerme?

La noche caía sin tregua en la ciudad y un aire frío y espeso se colaba por sus calles. En una de ellas, más concretamente un callejón sin salida, un edificio abandonado se levantaba al fondo con sus ventanas rotas, cubiertas de polvo y telarañas. Pese a su ruinoso estado, una de aquellas ventanas destacaba en especial en medio de la negrura, pues emitía una luz roja de forma intermitente.

Aquello sólo era el comienzo. Lo que pocos sabían, es que al llegar la medianoche, cuando las manecillas del reloj se alineaban y la mayoría del mundo dormía, el edificio cobraba vida.

Brad Redford, un joven investigador centrado en los enigmas históricos, había oído las historias que corrían sobre aquel lugar. Rumores que aún seguían después de tantas décadas. Intrigado, decidió descubrir qué había tras la luz de la ventana aproximándose con sigilo y su linterna en la mano. Fijó su mirada en la ventana y pudo observar que el resplandor seguía alguna especie de pauta, como un código. Unos destellos largos y cortos, en patrones repetitivos que formaban una secuencia. El corazón del hombre se aceleró al saber de qué se trataba. Él sabía descifrar el código morse. Utilizado especialmente en la Segunda Guerra Mundial para transmitir información encriptada.

Nervioso por la emoción de estar ante un verdadero enigma al fin, comenzó a desentrañar el mensaje que se escondía en aquellos destellos rojos. Las palabras comenzaron a tomar forma en su mente y las transcribió en una libreta con su vieja pluma, regalo que su padre le hizo por su decimoquinto cumpleaños. Aquel edificio había sido una vez, base de operaciones clandestinas durante la guerra y guardaba un recuerdo de un oscuro y peligroso pasado.

El mensaje morse, con sus pausas y repeticiones, desenterraba una red de espionaje, informantes encubiertos y operaciones encargadas de cambiar el curso de la guerra. Aquella ventana solitaria había sido testigo de encuentros secretos, transmisiones codificadas y estrategias que podrían haber cambiado el destino del mundo entero.

Brad, tan metido y absorto en la tarea de saber la verdad, no se percató de que no se encontraba solo en aquel lugar. Una sombra se alzaba detrás de él, silenciosa y amenazante. Al girarse, sus ojos se encontraron con los de un anciano vestido con un traje desgastado y con una mirada intensa y llena de determinación.

Hans Schultz, el anciano, había sido un agente encubierto de la guerra, guardaba celosamente aquellos secretos que aún quedaban por desvelar. Sabía que el investigador podía poner en peligro todo lo que había permanecido oculto hasta aquel momento. Entonces, la calma de la noche se disipó del lugar.

Empujado a huir por su vida, Brad corría frenéticamente por el laberinto oscuro que formaba el edificio, con largos pasillos abandonados y habitaciones vacías en una especie de juego del 'Gato y el Ratón'. El viejo Hans le perseguía sin tregua con su Luger P08.
Cansado de huir de aquel viejo, todo le parecía absurdo y loco. Su determinación creció y se vio fuerte para enfrentarse a aquel guardián de secretos nazis. No dejaría que se volvieran a ocultar en las sombras.
En una sala polvorienta iluminada únicamente por el resplandor de la luna llena, Brad y Hans se encontraron cara a cara. La mirada fría del único ojo del anciano mostraba el peso de sus experiencias pasadas. Su parche en el ojo derecho no ocultaba totalmente la cicatriz que lo atravesaba. Pero el joven no se dejaría intimidar por él.
El tenso silencio de la habitación se rompía solamente por el viento que soplaba entre los escombros. De pronto, Brad se vio con el arma de Hans apuntándole.
En un momento dado, Brad desarmó al anciano y lo inmovilizó, dejándolo derrotado y exhausto, y le instó a que le contara la verdad.
Aquel edificio había sido una base de operaciones de inteligencia durante la guerra donde mantenían reuniones clandestinas donde se transmitían valiosos mensajes de inteligencia. Pero con el final de la guerra llegó su abandono y olvido.

Con las primeras horas del amanecer, la ciudad comenzó a despertar La luz del día entraba lentamente en el edificio, revelando su decadencia y misterio. Brad lo dejó atrás, también a un compungido Hans. Con una mezcla de alivio y melancolía, salió de allí. Había enfrentado el peligro y descubierto aquellos secretos.

N. de la Flor Ruiz
https://conzetadezombi.blogspot.com/ N. de la Flor Ruiz, Lérida 1975. Libra con ascendente…
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91 historias publicadas.

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Mila Clemente
03 ago, 12:59 h
Una historia misteriosa... Me he quedado con las ganas de descubrir algún secreto 😆
N. de la Flor Ruiz
05 ago, 06:29 h
Jejeje muchas gracias, Mila 🌻
elinsurgentecalleja
04 ago, 01:27 h
Misteriosa historia, cargada de incertidumbre y miedo a lo desconocido.
Enfrentarse a ese miedo, no es fácil, pero es muy aconsejable.
Saludos Insurgentes
N. de la Flor Ruiz
05 ago, 06:29 h
Muchas gracias, Insurgente 🐾
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