Y aquí estoy frente a este tribunal, juzgada por vosotros, hombres cobardes, vuestras acusaciones son falacias sin sentido. ¿Y me queréis juzgar por ser mujer o por bruja? Ni tan si quiera vosotros los sabéis.
No sois mas que un atajo de ignorantes, muertos de miedo ante mi poder, mi poder de mi mujer, sabéis que soy superior a vosotros y teméis por vuestra virilidad, por vuestra falsa preponderancia fálica.
Vuestra mesa esta servida por mujeres a las que tratáis como prostitutas y pagáis con dinero fuera del hogar, para satisfacer vuestros más bajos instintos carnales. ¿Acaso no sois vosotros los que deberíais arder en el fuego? Pero no lo haréis porque vuestra carne es tan inmunda que ni el fuego la quiere.
Pues sí yo ahora os maldigo, maldigo vuestra persona y deseo que sufráis los mas terribles dolores antes de que la muerte o llegue. Maldigo a vuestras mujeres serviles que han convertido su cuerpo en muladar de vuestra cochambre. Maldigo a vuestros hijos bastardos, que fueron el fruto de un amor putrefacto.
Yo arderé en el fuego terrenal, pero vosotros lo haréis en el fuego eterno, el que os hará sufrir dolores insoportables por el resto de la infinitud.
¡Que el sufrimiento que hoy habréis de infligirme sea el vuestro y el de vuestra descendencia durante siglos!